lunes, 20 de febrero de 2023

Más allá de lo evidente

Recuerdo que a mediados de los años 80, en uno de los pocos canales de televisión, transmitían la serie de dibujos animados titulada «Los Thundercats». Wikipedia presenta como: un grupo de felinos humanoides extraterrestres, muy avanzados tecnológicamente que invocan al misticismo y a fuerzas sobrenaturales. La trama de la serie inicia en Thundera un planeta a punto de explotar, lo que obliga a los ThunderCats, la casta más alta de nobles thunderianos, a huir de su planeta natal en una flota de naves espaciales, llegando a vivir en una estrella azul que ellos llamaron Tercer Planeta.
El mismo sitio web describe a León-O, cuya imagen y personalidad están inspiradas en un león, es el heredero del título de «Señor de los ThunderCats», líder y portador de la legendaria Espada del Augurio, la que es capaz de disparar rayos de energía además de permitirle explorar a enormes distancias gracias a su poder de «ver más allá de lo evidente».
Estos días estoy atrapado en la lectura del libro «El Hombre Tecnológico y el síndrome Blade Runner»: En la era del biorobot, de Santiago Navajas Gómez de Aranda. Dejando de lado el aspecto técnico o tecnológico que asocia el autor a su trabajo literario están otros que me fascinaron en la lectura como el identificar pasajes, entender situaciones o decodificar conversaciones de los personajes a lo largo de la película protagonizada por Harrison Ford. Vale la pena aclarar que la película Blade Runner está basada parcialmente en la novela de Philip K. Dick «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» Otro libro revelador.
A medida que iba avanzando en la lectura me fui dando cuenta que en toda película, miniserie u otro tipo de obra, se expone un mensaje o existen aspectos que motivaron a su realización y quizás esa sea la tarea más apasionante al momento de ver un film.
Las películas animadas de Walt Disney, por ejemplo, están cargadas de simbolismo y esoterismo, si nos ponemos a ver más allá de lo evidente, comprenderemos todo lo que quiso transmitir su creador. 
¿Quién no vio Pinocho? Todos somos ese niño de madera que desea alcanzar la conciencia, dejar de lado el ego y lo mundano para convertirse en ese niño de verdad.
Con la llegada de los servicios de streaming se tiene un acceso amplio a los contenidos audiovisuales, que van desde aquellas películas clásicas hasta las más recientes o que forman parte de un buen repertorio de cine alternativo. Pero cuando preguntamos:
¿Qué serie o película me recomiendan?
Obtenemos una predecible respuesta. - Es una película o serie cautivante.- Pero ¿por qué? Simplemente porque es buena la banda de sonido, el vestuario, la actriz o actor y quizás el guión. La recomendación se circunscribe a las categorías que emplea la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas norteamericana, encargada de los premios Oscar. Nunca o casi nunca, es una recomendación basada en el análisis de la película o sobre el mensaje que se transmite, eso simplemente pasa inadvertido o en otros casos ignorado.
¿Qué opinas de la película?
Estuvo buena.
Mientras leo el libro de Gomez de Aranda, siento la necesidad de ver más allá de lo evidente, como lo hacía León-O al momento de llevar la Espada del Augurio a su rostro felino. 
Desde hoy, seguiré las series de televisión, veré las películas y leeré los libros, con la esperanza de que mis sentidos tengan la gracia de encontrar el mensaje, más allá de lo evidente, poniendo frente a mí el ojo de la invisible Espada del Augurio y cada vez que recurra a esa espada mágica estaré creciendo como persona, como ser humano y como miembro de la sociedad. 
Para ser merecedores de esa visión amplia, también debemos preparar a nuestras mentes intentando entender lo transmitido y quizás esa sea la tarea más dura, el ampliar el deseo de aprendizaje, el ser conscientes de que es muy poco lo que sabemos y existe mucho por descubrir. Como dijo Newton: 
«He sido un niño pequeño que, jugando en la playa, encontraba de tarde en tarde un guijarro más fino o una concha más bonita de lo normal. El océano de la verdad se extendía, inexplorado, delante de mi.»

viernes, 3 de febrero de 2023

MI MOTIVACIÓN

Recuerdo que cuando era niño y más aún en mi adolescencia, no había peor castigo que la inasistencia, sea a una salida de fin de semana, una fiesta o un partido de fútbol con mis amigos. Así que, para evitar ser sancionado, los días previos al evento trataba de realizar todas mis actividades, cumplir con mis obligaciones y presentar a tiempo las tareas escolares, evitando cualquier tipo de llamada de atención.

Mis amigos de la misma manera, se portaban bien, ninguno podía fallar y si por alguna razón sufríamos una baja en el grupo, la comisión evaluaba si ameritaba una visita al domicilio del afectado para solicitar el permiso requerido. Algunas veces el castigo era tan grande que por nuestra seguridad esperábamos que la sanción se disuelva en el tiempo.

Cuándo era yo el afectado, suplicaba a mis padres de mil y un maneras, apelaba a todos los argumentos y recursos necesarios con la esperanza de que puedan apiadarse y liberarme de la pena de quedarme en casa mientras mis compañeros se divertían, algunas veces tenía suerte y otras no tanta.

- ¿¡Cómo que no vendrás!? Todos contamos contigo -me decían cuando no podía convencer a mis papás de que me quiten el castigo. 

- Lo siento muchachos. Sigan sin mí. -les respondía con todo el dolor del alma.

Noche antes a la fiesta, al partido o a la reunión, preparábamos lo necesario para que las cosas salgan bien, logremos la diversión plena y tengamos algo de lo que hablaríamos los días siguientes y quizá lo recordaríamos toda la vida. Nos organizábamos de tal manera que todos teníamos una tarea por cumplir, con el objetivo de llegar a la perfección en nuestra actividad. Eran tales las ansias que inclusive algunas veces me costaba conciliar el sueño, no sé si les pasaba lo mismo al resto del equipo.

Hoy, después de más de 30 años, las noches previas antes al día laboral, pienso en todo lo que haré por la mañana, trato de imaginar mis tareas y planifico rápidamente mis actividades. Sé muy bien que el día siguiente será totalmente dinámico y quizás no se concrete ninguna de las actividades que pensé la noche anterior, pero me ayuda a discernir lo urgente de lo importante. No puedo faltar, no puedo fallar, mi equipo me espera.

Cuando enfermé con COVID y me dijeron que debía faltar al trabajo para guardar reposo hasta recuperar la salud, sentí como en aquellos años cuando me castigaban con la inasistencia a la actividad que tanto habíamos soñado con mis amigos.

Por las mañanas me levanto y repaso la planificación del día, me preparo para continuar con lo pendiente y solucionar los problemas que nunca faltan.

- ¡Cómo no ir! Mis compañeros de trabajo me esperan, cuentan conmigo para concretar nuestros objetivos. -me digo a mí mismo, motivado y con la mejor actitud.

Muchas veces escuché reproches tales como: "Eres un trabajólico", pienso que no es un defecto cuando tu trabajo te satisface en lo personal, te permite crecer en lo profesional y te hace sentir útil a la sociedad. 

Como dijo Confucio: "Elige un trabajo que te apasione y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida". Me apasiona mi trabajo y me entrego al 100%, voy feliz para comenzar la jornada y transmitir esa felicidad a mi equipo, esa es mi motivación, la misma que tenía cuando era adolescente preparando todo para que las cosas salgan bien.




martes, 17 de enero de 2023

EL LIDERAZGO ENTRE LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA

Un titulado con honores y con una extraordinaria experiencia en la práctica laboral ¿Será el líder perfecto para una empresa?

La teoría sin experiencia resulta poco efectiva. Por un lado, están los teóricos, quienes creen que la respuesta a todos los problemas se halla en un texto. Un claro ejemplo son algunos docentes universitarios que pasaron del pupitre a la pizarra, los que intentan transmitir todo lo que está en la bibliografía con la que aprendieron, recurriendo al estudio de casos obsoletos y lejos de nuestra realidad. En sus aulas, hay muy pocas horas de una práctica efectiva y demasiadas de simuladores o laboratorios controlados, como si intentaran formar jugadores de fútbol profesional de PlayStation.

La experiencia sin teoría es también poco efectiva. Por el otro lado están aquellos expertos que de muy jóvenes se iniciaron en una empresa y fruto de su perspicacia, curiosidad y ganas de aprender, lograron convertirse en responsables o jefes de área. Escalaron hasta llegar a ser técnicos expertos en alguna actividad específica, pasando décadas realizando el mismo trabajo hasta generar una dependencia improductiva dentro la institución, por ser el único quien sabe hacer eso ya que, conoce todos los trucos y artilugios del cargo.

En el ejercicio de la profesión, muchos de los mejores líderes se formaron durante su participación en un campo operativo. El sumar experiencias hace que se consolide el conocimiento y son esas horas de vuelo que ayudan a fortalecer las habilidades o destrezas, fundamentando las soluciones en resultados prácticos como consecuencia de la teoría empleada en una proporción equilibrada. Estos efectos positivos logran el crecimiento de la motivación personal y la confianza profesional, permitiéndoles conquistar cualquier meta.

Pasaron algunas semanas desde la final de la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA, Qatar 2022. Fueron millones de mensajes que circularon en las redes sociales y varios de ellos hicieron referencia a la consagración de la selección argentina como la mejor del mundo.

Hay una frase que dice: “Los mejores no siempre son los mejores, solo son los más vistos”. Sin duda, el evento deportivo demostró que ser el técnico con más experiencia o con más títulos conseguidos no garantiza, en lo absoluto, la conquista del objetivo. Así quedó confirmado con el director técnico de la selección campeona, Lionel Scaloni quien, con trabajo, inteligencia y un notable manejo de grupo, pudo sacar lo mejor de cada uno de los astros del fútbol mundial y llegar al campeonato. Hoy sus estadísticas presentan tres títulos obtenidos en estos más de cuatro años, logros con los que todo entrenador deportivo sueña.

Un titular de la prensa deportiva digital indicaba: “Lionel Scaloni, el joven inexperto que se doctoró con todos los honores. De esa llegada inesperada como interino a un título en el que mostró capacidad para formar un grupo, potenciar jugadores y exhibirse como un auténtico estratega”. Este como otros tantos titulares que se publicaron en la prensa argentina, hablaban del único valiente que apostó por un equipo vapuleado después de su fracasado Mundial de Rusia 2018, pero supo confiar en los jugadores a quienes eligió, los motivó y se aseguró de convertirlos en campeones. En una entrevista, después de la derrota ante la selección de Arabia Saudita, respondió a las acusadoras preguntas de los periodistas deportivos con una simple frase: “Solo es fútbol”.

Me gustaría creer que lo ocurrido a Scaloni podría tratarse de una fórmula para el líder perfecto, pero considero que fue más bien fruto de la causalidad, de la coyuntura, del grupo de jugadores seleccionados o elegidos y la presencia de un Messi hambriento de éxito. Indudablemente, el director técnico estaba preparado para el desafío.

Un líder es quien logra, a partir del conocimiento y la experiencia, que su equipo se identifique con el proyecto y que persiga los mismos objetivos. El líder permite creer en sueños y hacer que estos sean colectivos, con la intención de que entre todos se empuje y mueva la maquinaria institucional. El líder hace que surja ese espíritu competitivo del interior de cada jugador y los enfoca para lograr el triunfo, consciente de que en un trabajo conjunto no existe la ganancia individual, que nadie sobresale más que el otro y todos son como el engranaje de un mismo reloj que marca la hora con precisión.

En una institución es posible encontrar a excelentes analistas o incluso a destacados jefes de área pero, hay otros aspectos imprescindibles que deben cumplir además de la formación y la experiencia antes de considerarlos líderes, cómo ser: la empatía, la iniciativa o la confianza. Son esas habilidades blandas que esperamos encontrar en los miembros de las organizaciones, en aquellos funcionarios que se destacan no solo por su desempeño laboral o por su experiencia en el desarrollo de sus funciones sino también, por su espíritu colaborativo y luchador, para encomendarles los planes y objetivos estratégicos, con la confianza de que nos llevarán hasta la victoria.

Respondiendo a la pregunta inicial, lo ideal es fusionar la teoría y la práctica en un equilibrio perfecto, ser un buen entrenador y ser un buen jugador, con un toque de empatía, confianza, perseverancia, carácter y mucho respeto al equipo.

Si quieres ir rápido camina solo, si quieres llegar lejos ve acompañado.



domingo, 6 de noviembre de 2022

Surrender

El 3 de octubre por la mañana, como ya es casi una rutina para iniciar la jornada, abrí el Twitter en el celular y mientras desplazaba los mensajes en la pantalla moviendo el dedo de abajo hacia arriba, capturó mi atención la portada del libro titulado Surrender - 40 canciones una historia, escrito por el vocalista de la agrupación U2, de la que soy un fanático. 

Me detuve en el anuncio que indicaba la preventa del libro en Amazon, sosteniendo el celular abrí el aplicativo de la tienda digital y reservé uno en su versión para Kindle. A los pocos segundos recibí el correo electrónico de confirmación e indicaban en el mismo mensaje que el 4 de noviembre se realizaría la distribución electrónica.

Durante las últimas semanas, vi varios tuits en los que se mostraban a los afortunados lectores, seguidores de la banda irlandesa, posando con el libro recibido o adquirido en alguna librería de su ciudad. La portada negra con trazos amarillos que surcan la fotografía de un joven Bono ya era inconfundible. En esa misma red social pude ver fragmentos de las múltiples entrevistas que brindó el autor en los días pasados, era una suerte de gira de presentación.

Como parte de la promoción, la cuenta oficial de U2 en Spotify presentó una playlist con las 40 canciones a las que el libro hace referencia, imaginé que su orden cronológico es para seguir la narrativa acompañado de muy buena música.

Al igual que un niño que espera la llegada de la Navidad para abrir sus regalos, esta madrugada esperaba recibir un correo electrónico de Amazon con la confirmación de la entrega del libro sin embargo, en su lugar recibir una notificación de error y no la deseada confirmación. 

El pasado 31 de octubre caducó la tarjeta de débito que empleo para las compras por Internet y días antes logré activar una nueva, la declaré como predeterminada pero, olvidé recargar con el efectivo suficiente. Ese fue el problema que ocasionó el rechazo en la compra así que, realicé una transacción bancaria para contar con el saldo requerido y reintenté la adquisición, esta vez funcionó y en instantes el libro digital se encontraba en el aplicativo móvil y luego en la Kindle.

Por el escaso tiempo que dispongo hoy viernes no pude leer aquel libro esperado, aunque el fin de semana está próximo y espero con ansias leer acerca del ser humano que hay detrás de esa mega estrella de la música.

jueves, 20 de octubre de 2022

YLC 2022

Este sábado 21 de octubre sufriré, lloraré, pero… ¡llegaré!
Son casi 11 años desde mi primera participación en el Yolosa - La Cumbre (#YLC), denominada así a la competencia organizada por un grupo de aficionados ciclistas que se hacen llamar “Los Huanca”, inspirados en la aclamada serie de televisión de los años 80, “La bicicleta de los Huanca”.
Hoy el YLC es una de las competencias más esperadas por quienes practicamos el ciclismo. Aunque inicialmente estaba orientada a los deportistas amateurs en la actualidad existe una categoría especial para que los participantes de élite puedan demostrar sus cualidades escalando más de 3000 metros en bicicleta. Sin embargo, el grupo mayoritario está conformado por los aficionados que hacemos el mayor esfuerzo, no para batir ningún récord nacional, sino más bien, para superar nuestros propios límites a partir de la visualización de un objetivo personal como es llegar a Chuspipata (a 27 kilómetros de la partida) o hasta La Cumbre (a 65 kilómetros) en más de 8 horas, entre 7 y 8 horas, entre 6 y 7 horas, etc.
En aquella sexta versión del 2011, llegué totalmente agotado hasta Chuspipata, que es el ingreso al Camino de la Muerte, una antigua carretera de tierra entre la ciudad de La Paz y la población de Coroico. En Internet se puede encontrar mucha información sobre este legendario camino, incluso se grabó una temporada del programa de televisión titulado Rutas Mortales.
Hoy el Camino de la Muerte es un atractivo turístico frecuentado por diversos grupos de personas que descienden en bicicleta desde La Cumbre y terminan en Yolosa. Sin embargo, esta particular competición recorre el camino de forma inversa, parte en Yolosa y termina en La Cumbre paceña, por lo tanto, se trata de un ascenso constante y continuo que toma parte de la antigua carretera y la nueva, que a diferencia de la anterior es de asfalto. El recorrido inicia a algo más de 1200 msnm y culmina a 4600, pasa de una temperatura cálida a una totalmente gélida, atraviesa la zona yungueña y termina en una montaña casi congelada. Es un reto con alto desgaste físico y de gran esfuerzo mental.
Fue muy complicado para mi cumplir con esa primera participación, salía de una molestia en la rodilla, la bicicleta que utilicé pesaba más de 25 kilos, la hidratación fue poco apropiada y por mucho que lo intenté, no logré llegar a La Cumbre. Mi papá me esperó en ese punto intermedio y con mucha bronca me subí al bus que nos llevaría hasta la meta. Solo pude tomar algunas fotografías con el Blackberry y traté de dar aliento a los participantes, fue angustiante sentir que el cuerpo no rendía más.
Con la espina clavada en el pecho, el año siguiente me preparé mejor, cambié de bicicleta y logré conquistar la meta, años más tarde repetiría la hazaña. Con más tiempo para dedicarme al entrenamiento, durante el 2018 me enfoqué en romper mis límites, había bajado de peso y me encontraba en mi mejor momento, sin embargo, varios decidimos no participar en ese YLC que contó con una escasa convocatoria y una lluvia de reclamos. Para el 2020 la versión programada se tuvo que cancelar por la declaratoria de pandemia y finalmente, este 2022 nuevamente el YLC se hace presente con la esperada 15ava versión.
Tengo que confesar que no entrené lo suficiente, aunque confío muchísimo en la bicicleta que tengo, esta vez correré con una de aro 29” y espero que estas mejoras compensen en algo mi falta de estado físico.
Después de una decorosa participación en el Samaipata Challenge 2022 de Santa Cruz de la Sierra, este pasado fin de semana realizamos la última práctica, sentí la falta de ritmo al momento de escalar desde la localidad de Carreras hasta la ciudad de El Alto, que de acuerdo con el Strava, son algo más de 1700 metros de subida. Nos tomó cerca de 5 horas, pero lo logramos.
Para este sábado deseo llegar a La Cumbre, quizás no marque mi mejor tiempo, puede que sienta todo el cansancio del cuerpo en las piernas, pero tengo la completa predisposición para llegar a la meta. Dios nos ayude y proteja en este denominado "ascenso al cielo por el Camino de la Muerte".


jueves, 29 de septiembre de 2022

FIONA

Por los parlantes del avión acaban de anunciar que faltan pocos minutos para el aterrizaje en el aeropuerto internacional de El Alto, en la ciudad de La Paz. Son casi las dos de la madrugada y veo por la ventana las pequeñas luces que brillan como un cielo estrellado. Cierro los ojos mientras recuerdo lo ocurrido, inhalo profundamente y doy gracias a Dios por estar de vuelta en casa.

Hay veces que atravesamos por experiencias de vida, las que nos llevan a pensar en la fragilidad de nuestra existencia, en que lo hasta ahora construido está a merced de la naturaleza y, sobre todo, de la voluntad divina. La lección más importante que puedo sacar de esta situación es que la vida es más valiosa que el tú o el yo, más valiosa que el ego y más valiosa aún que todos los bienes materiales.

El sábado anterior, después de casi diez horas de vuelo y con una corta escala en El Dorado, finalmente llegamos al Aeropuerto Internacional de Punta Cana, en la República Dominicana. Saqué del bolsillo mi teléfono celular para conectarme a la red WiFi de la estación aérea y en cuestión de segundos comenzaron a llegar muchos mensajes de Whatsapp, decenas de correos electrónicos y otros recordatorios, pero mientras leía lo importante y reportaba mi arribo, saltó en la pantalla una extraña notificación, haciendo de lado las lecturas anteriores la abrí. Se trataba de una alerta de tormenta tropical en la zona, no le presté ni atención ni importancia y continúe con el trámite migratorio. Una vez obtenido el sello en el pasaporte y habiendo cumplido con todos los protocolos de bioseguridad correspondientes fui a recoger la maleta que se encontraba en el piso inferior del edificio.

A la salida del moderno aeropuerto, esperaba un vehículo que transportaría a todos los invitados al hotel sede del Congreso Latinoamericano de Tecnología e Innovación, organizado por la FELABAN. Durante el trayecto me concentré en apreciar el paisaje atravesado por la enorme carretera que marcaba la ruta hasta el magnífico hotel, el que albergaría a todos los participantes del evento internacional, que se volvería a realizar de forma presencial después de dos años, dando un final simbólico a la pandemia provocada por la Covid-19. Ansiosos por este retorno a la nueva normalidad y por el tan esperado evento, ingresamos al lugar del que disfrutaríamos los siguientes días.

En el lobby del hotel todo era impecable, el personal atendía con esmero a los visitantes que iban llegando constantemente. La organización había previsto hasta el más mínimo detalle para una asistencia de aproximadamente 300 personas. Ese sábado tendríamos el día libre y todas las actividades comenzarían el domingo con el registro de los participantes y por la noche, el cóctel de bienvenida.

El resto del sábado transcurrió en un parpadeo, llevaba casi 36 horas sin dormir y ni bien ingresé en la cómoda habitación, me desplomé sobre la gigantesca cama para quedarme inmediatamente dormido. Ya por la noche fui a cenar y observé que en estos complejos habitacionales se ofrecen todo tipo de distracciones para el viajero, con el objetivo de que no tenga la necesidad de abandonar el lugar en búsqueda de diversión o alimentación. Dentro de mis planes para el día siguiente estaba el salir a correr por la playa.

A las siete en punto de la mañana del domingo sonó la alarma del despertador, me levanté como elevado por un resorte para disfrutar del día. Al llegar a la playa no vi a más personas, quizás sería por la hora o lo nublado del cielo. Pregunté al guardia de seguridad si existía algún límite o peligro alrededor y me indicó que no.

Al ver que la playa estaba libre, luego de un ligero calentamiento fui bajando hasta la arena y allí me di la vuelta para comenzar a correr con el viento en contra que era tan intenso, obligándome casi a caminar. Todo se veía hermoso, el agua fría y transparente, la arena blanca y limpia, las palmeras enormes y esbeltas. Seguí corriendo cada vez más despacio y con dificultad, corrí hasta que llegué a una zona donde la arena se volvía escasa, me di la vuelta para regresar al hotel y unas grandes gotas de agua empezaron a caer, ese tramo final me dejó completamente empapado y fatigado ya que entre la lluvia y el viento no pude avanzar más.

Ingresé a mi habitación y luego de una ducha caliente me cambié y fui a desayunar una mezcla de frutas tropicales de vistosos colores. A medida que avanzaba el día los vientos se volvían más fuertes y la lluvia no cesaba. En un lugar tranquilo con vista a una piscina vacía comencé a leer y responder a los correos electrónicos más urgentes; para silenciar el ruido de los niños que jugaban en el lugar, me puse unos pequeños audífonos en los oídos. Todos los huéspedes se veían imposibilitados de pasear por las áreas externas, no podían disfrutar de los jardines ni nadar en las piscinas, mucho menos ir a la playa debido a que, la lluvia era copiosa y el viento cada vez más intenso.

El personal del hotel, ante los protocolos establecidos por las autoridades de la región, habían cerrado la noche anterior los accesos a los restaurantes al aire libre y únicamente estaba permitido el entretenimiento en las zonas cubiertas. Se habían replegado las sillas de las piscinas y apilado para resguardo del inmobiliario. Aún no se tenía ningún comunicado oficial, pero las noticias informaban sobre el paso del huracán Fiona por Puerto Rico. Era la tormenta tropical anunciada en mi celular el día anterior, la que ahora se había convertido en huracán categoría uno.

La noche del domingo, me vestí con el atuendo que había llevado para la ocasión y me dirigí al tan esperado evento de inauguración, que se inició con la recepción de los participantes por parte de la organización, quienes con una sonrisa en el rostro se presentaban y entregaban los documentos necesarios para la acreditación. Me llamó la atención que solo estuviéramos entre 50 o 60 personas en el lugar. Los vuelos habían sido cancelados esa misma tarde y se escuchaba un rumor de que el inicio del congreso sería postergado para el mediodía del lunes y no a primera hora de la mañana como inicialmente estaba planificado.

Durante la actividad, recibí un correo electrónico de la organización indicando que los ambientes de recreo del hotel serían cerrados a las 10:30 de la noche y que ningún huésped debería abandonar su habitación entre las 11:00 PM y las 08:00 AM del día siguiente o hasta un nuevo comunicado. El mensaje puso a todos alterados ya que, también indicaba que se repartirían bolsas con alimentos en cada una de las habitaciones y que el frigobar estaría disponible sin costo.

Regresé a mi habitación y pegando mi cara contra el vidrio vi por el balcón que la lluvia era intensa con un viento que casi doblegaba a las enormes palmeras. Cerré las cortinas y me dispuse a dormir. Encendí el televisor y se veían aterradoras noticias del paso del huracán por Puerto Rico, mismo que aún no había tocado tierra y a esa hora se encontraba a escasos 40 km de República Dominicana. El comentarista pronosticó que Fiona tocaría la isla en Punta Cana alrededor de las 2 AM.

No sé en qué momento quedé dormido, pero unos minutos después de las dos de la madrugada, me despertó el vibrar del edificio, el ruido intenso del viento destruyendo la vegetación, las gotas de agua golpeaban las ventanas, tuve la sensación de que en cualquier momento el moderno hotel se desplomaría y sonarían las alarmas para evacuar el lugar. Fueron 20 minutos de terror, eran cada vez más frecuentes los movimientos de la estructura, cómo pequeños sismos, uno tras otro.

El edificio vibraba y no me atreví a abandonar la habitación, la puerta del balcón no se podía abrir, la lluvia intensa azotaba las paredes, mis manos temblaban, sentía que tenía que salir de ahí, pero en ese momento no había otro lugar más seguro. Es impresionante la fuerza de la naturaleza y un evento como el que estaba ocurriendo no se asemejaba en nada a los vientos más fuertes que alguna vez pudiera haber sentido; quizá en La Paz o en Santa Cruz tuvimos algunos que no llegaban ni a 80 Km por hora, estos vientos eran de hasta 160 Km.

La lluvia no paraba ni un solo minuto y opacaba las luces externas del hotel, las que fueron encendidas en su totalidad. El vibrar de la estructura era fruto de la resistencia que ejercía el edificio, construido para este tipo de eventos, logrando protegernos ante el devastador paso del huracán.

Cerca a las 3 AM cesaron las vibraciones, el viento seguía soplando, pero con menos intensidad, la lluvia aún no menguaba e imposibilitaba la visibilidad más allá de los límites del hotel. Volví a recostarme para quedar completamente dormido, fueron minutos de terror, de mucha alerta y tensión nerviosa.

La mañana siguiente, muy temprano me despertó un nuevo comunicado, en el que indicaba que evaluarían los daños y si era seguro continuar con el evento. No fue así, al medio día todo se había cancelado, la infraestructura resultó muy dañada, se presentaban filtraciones en varias habitaciones. El viento había desaparecido dejando una gran cantidad de escombros en los pisos, hojas de los árboles en las piscinas y muebles destrozados.

Estuvimos sin poder salir de las habitaciones hasta pasadas las tres de la tarde, cuando en un nuevo comunicado indicaba, la administración del hotel, que el almuerzo sería servido en uno de los restaurantes y por grupos correspondientes a los bloques de habitaciones. Me apersoné cerca de las 16:30, cumpliendo estrictamente el horario y las recomendaciones, sin embargo, la cantidad de personas era inmensa, todos los huéspedes se habían dado cita en el lugar. El tiempo de espera para una mesa era de aproximadamente 45 minutos y una fila más corta para llevar la comida a la habitación.

La comida era bastante escasa. Encontré un salmón a la naranja con una ensalada de pepino y rábano (el único vegetal que no me agrada). En una mesa cercana estaba una familia italiana que pedía un arroz frito. El camarero les dijo que no había, pero que podían pedir un arroz con pollo. Se escuchaban conversaciones acerca de una posible evacuación, ya que, no existía energía eléctrica comercial y los generadores tendrían el combustible suficiente para unas pocas horas más.

En las siguientes horas, la administración indicaría a los organizadores que busquen otros hoteles con mejores condiciones de seguridad, ya que no garantizaban la estabilidad de aquel hermoso hotel que nos había recibido. Fue así como, el equipo de FELABAN comenzó a buscar hoteles habilitados para trasladar a los visitantes y, debido a que los vuelos estaban cancelados, también solicitaron los itinerarios para devolver a los participantes a sus países de origen en los próximos días. El personal de apoyo en La Paz logró adelantar mi vuelo de retorno en un día, siempre y cuando las condiciones climatológicas mejoraran y puedan aeronavegar los aviones.

Al finalizar el lunes, el sistema de energía eléctrica estaba interrumpido, la señal de WiFi y el aire acondicionado funcionaban por momentos, mientras la humedad se apoderaba del lugar haciendo dificultosa la permanencia en una habitación cerrada. Afuera, la lluvia continuaba sin parar, la cola del huracán aún azotaba a la isla. Pasadas las nueve de la noche, a menos de 24 horas del paso de Fiona, comenzaron a sonar los teléfonos de las habitaciones, la instrucción era que los huéspedes debían abandonar el hotel hasta las primeras horas del día siguiente.

El servicio de Internet permitió mantenerme en contacto con mi familia durante la emergencia, aunque la batería del teléfono se descargaba rápidamente por la cantidad de mensajes y llamadas que debía atender. En Bolivia, no estaban enterados de la magnitud del problema que estábamos viviendo y si en algún momento vieron los canales de televisión internacionales supieron que estuvimos expuestos a un devastador huracán.

Ya tenía la maleta lista para una rápida evacuación, cargué las baterías del celular y la tablet al 100 % y logré que habilitaran mi teléfono con el servicio de roaming internacional ya que, no tenía idea hacia dónde nos dirigiríamos ni la seguridad de que en el hotel al que fuéramos tendríamos acceso a Internet o energía eléctrica. Cerca de la media noche me confirmaron que estaba disponible el servicio.

El martes, a la hora indicada los participantes del congreso dejamos las habitaciones y nos dirigimos al lobby como indicaba el último comunicado que recibí. Eran escasas las nubes grises que aún permanecían en el firmamento y la temperatura comenzaba a subir rápidamente. Escribí en mi cuenta de Twitter que el sol brillaba en el horizonte. Mientras recorría el hotel vi enormes bloques de yeso y baldosas destruidas por el piso, árboles arrancados desde la raíz, muebles fracturados, vidrios rotos y aquellas palmeras que hace un par de días se veían hermosas estaban convertidas en troncos sin hojas, un verdadero desastre.

En una oficina muy próxima al que anteriormente era el lobby, se habilitaron unos precarios mostradores para el check-out, que fue más simbólico que un registro verdadero. Todos los asistentes al congreso nos vimos nuevamente en la puerta de ingreso y los comentarios eran sobre el paso del huracán y cómo algunos transcurrieron la noche en los baños batallando contra el ingreso de agua por las ventanas que no resistieron la furia del viento.

Un vehículo nos transportó a un hotel muy distinto al anterior, sin embargo, este tenía más seguridad y nos hospedaría el resto del tiempo que tocaba esperar hasta poder abordar la aeronave que me devolvería al hogar. Fue una noche algo incómoda, sin señal de Internet, pero estaba sano y salvo. A pocas horas de partir, con el equipaje listo solo esperé que transcurra el tiempo para dirigirme al aeropuerto. Apenas abordé el avión sentí que la pesadilla terminaba y que pronto estaría en casa.

Hoy valoro más que nunca que vivimos en un lugar donde los terremotos, huracanes, tsunamis o inundaciones son muy poco probables, pero debemos reflexionar y admitir que no estamos preparados para un evento adverso de la naturaleza. Deberíamos comenzar a generar una cultura de seguridad que nos permita entender y atender este tipo de fenómenos para estar listos frente a una potencial eventualidad, contando con protocolos de evacuación y auxilio.

Es importante reflexionar sobre este tema y hacer una pequeña evaluación de nuestros hogares, ¿Están preparados para un desastre natural? ¿Cuántos de nosotros tenemos un plan de emergencia? ¿Cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a ayudar a un vecino en un momento de crisis? ¿Cuántos de nosotros tenemos un equipo de emergencia en nuestro hogar? Son varias las preguntas que podríamos hacernos, pero lo principal es que empecemos a darnos cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor y comencemos a trabajar en una cultura de seguridad en nuestro país.

Hoy agradezco a Dios, a mi familia, a mis amigos y compañeros de trabajo quienes se preocuparon por mi seguridad, recibir sus mensajes fue un incentivo para volverlos a ver. Les aseguro que ahora más que nunca valoro la vida y el sentido de mi existencia.

Gracias, gracias, gracias.



lunes, 15 de agosto de 2022

5530

Pasaron pocos días desde la celebración del año 5530 dentro del calendario aimara, quedan aún en el corazón esos hermosos mensajes de unidad vertidos desde Tiahuanaco y en la retina las sonrisas de nuestro presidente y ex presidente, que transmitieron la hermandad en torno a nuestras tradiciones. Ese simbólico día, los que amamos estás tierras, subimos a las cimas de las montañas para recibir, con las manos extendidas, los primeros rayos del Tata Inti. Y, mientras agradecíamos por las bendiciones recibidas de la Madre Tierra, sentimos con más fuerza nuestra identidad por el lugar que nos vio nacer, por este Estado Plurinacional que acoge y respeta las culturas ancestrales, sin imponernos una religión, un idioma o una cultura. Sin embargo, no todos entienden o comprenden este paradigma que nos propone la cosmovisión andina, aún existen personas quienes se quedaron con un pensamiento colonial, como el de aquel influencer oriental quien en un polémico vídeo destacaba orgulloso su origen español, comentando entre otras cosas que "la identidad actual del cruceño la trajeron en barco y en carabela…".

Mientras cierro la aplicación del celular, aún resuena en mi mente la voz estridente de aquel resentido descendiente español, lo que me lleva a imaginar a un Cristóbal Colón asumiendo el mando para un viaje de conquista, que seguro en ese momento se creyó que sería una expedición por una nueva ruta hacia las Indias. Imagino a un hombre muy enérgico, quien tomó tres barcos con nombres de mujer y decidió emprender un desafío, como quien se imbuye en una aventura sin precedentes. Imagino a un traficante de esclavos ansioso por apropiarse de un nuevo botín sin importar el costo o tiempo de aquella travesía. Leí a Antonio Espino, Christian Gerlach, Bartolomé de las Casas, entre algunos, lo que me permitió conocer esta parte de la historia, que en lo personal no me enorgullece ni me representa.

Con la venia de la Reina Isabel I de Castilla, el capitán Colón salió a conquistar su añorado deseo, aunque le faltaba una tripulación. Seguramente, se preguntó a quiénes deberían llevar a su aventura y comenzó reclutando a sus compañeros, cómplices y socios en las cárceles, burdeles y tabernas, invitando a cuanto ladrón, bribón o asesino encontraba a su paso, al final, ellos no tenían una familia por cual velar y podían zarpar ansiosos por cobrar las cuantiosas monedas de oro y de plata prometidas. Por supuesto, tampoco olvidó llevar consigo a una pieza fundamental del plan, a los representantes de la respetable Iglesia Católica, manifestados en viejos sacerdotes que con la Biblia en la mano se sumaron ansiosos a la vil agrupación, su objetivo era simple, llevar la palabra de su Dios hasta los más recónditos confines del mundo.

Después de varios meses en alta mar y con una tripulación a punto de la sublevación, un 12 de Octubre de 1492 desembarcó, en el territorio americano, la lacra europea hambrienta de poder.

Muchos de esos invasores eran hombres altos, enormes y musculosos, que en cierto tiempo fueron capataces y esclavos. Esos extranjeros se apropiaron de todo lo que encontraron a su paso, sin respeto, mucho menos educación o cultura; comenzaron a robar, saquear y violentar la riqueza que este paraíso había albergado hasta ese instante. Tristemente ese abuso del poder impuesto a fuerza, fuego y metal seguiría presente por generaciones.

Aquellos españoles, italianos o galos, se encontraron con un verdadero Edén, en el que hombres, mujeres y niños desnudos sin malicia corrían, cantaban y bailaban al son de su música, inmensamente ricos en identidad y cultura, creyentes de su sublime cosmología, hasta que llegó el terror en forma de armadura plateada que encandiló sus ojos, calló sus voces y apagó sus espíritus.

Los miembros de la Iglesia Católica no actuaron de forma diferente; con la Biblia en una mano, la cruz en la otra y en el nombre de Dios impusieron su credo y obligaron a adorar a un único Ser supremo. Los sabios ancianos legítimos dueños de éstas tierras, quienes adoraban a los astros y respetaban a la Madre Tierra, fueron obligados a creer en el poder emanado de un Dios vengativo y no solo eso, también fueron intimidados para seguir y profesar una religión extraña, complicada e impuesta por aquel clero europeo representado por un puñado de sacerdotes, monjes y feligreses quienes, con el uso de las armas, impusieron su devoción.

Los que llegaron en barco a estás tierras benditas esclavizaron a los nativos para imponer una cultura sin raíces, aquella música sin alegría y una religión sin credo. Fundaron una nueva población diseminando genes de maldad, sin identidad e irresponsabilidad. No se podía esperar otra cosa de un grupo de piratas sin valores, sin moral y sin escrúpulos.

Más de 500 años después aún existe gente que se siente orgullosa por haber sido conquistada por aquellos delincuentes, ladrones y saqueadores, aún creen ser mejores personas por tener un distorsionado apellido europeo, por ser descendientes de la colonia española, por tener la piel pálida o los ojos de un color diferente. No les contaron o no leyeron acerca de quienes realmente fueron sus antecesores y cuáles fueron sus antecedentes.

Nuestra identidad no llegó en barco o carabela, nació en esta hermosa tierra y continuaremos fortaleciendo esta libertad cultural que el Estado nos brinda, con la fuerza de los andes que llevamos en la sangre, como hijos predilectos del Tata Inti y la Pachamama.

¡Jallalla 5530!