Mostrando entradas con la etiqueta Navidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Navidad. Mostrar todas las entradas

jueves, 4 de enero de 2024

El cubo mágico

De la tienda virtual de Amazon, compré el libro titulado: “Cubed: The Puzzle of Us All” de Ernő Rubik. Una vez que estuvo disponible en mi Kindle Paper, que es donde más me gusta leer este tipo de libros, presioné sobre su diminuta portada, que presentaba un fondo negro y con el título formando la curiosa perspectiva de un poliedro. Tras desaparecer la carátula, se desplegó en la pantalla de tinta electrónica el prólogo y quedé mirando el texto, como hipnotizado, sin siquiera pestañear. Vívidos recuerdos de mi niñez me invadieron la mente.

Esa tarde cuando mi padre, volviendo de su viaje, me trajo un cubo de Rubik de regalo. Aquel cuadrado mágico con colores del arcoíris era un enigma, un desafío que, como un faro en la penumbra de la cotidianidad, me llamaba a descifrarlo. La primera vez que lo tuve en mis manos, no pensé que aquel montón de coloridos cuadrados desordenados pudieran tener un orden inherente.

Desesperadamente, como tocado por un impulso inexplicable, comencé a girar sus segmentos sin rumbo fijo. Las horas pasaban, y no lograba un progreso, aquellos caprichosos colores no llegaban a coincidir, lo que me causó una gran frustración. Bruscamente deposité el cubo a un lado, convencido de que algunas cosas estaban destinadas a permanecer en el desorden. Con un atisbo de obstinación que no sabía que tenía, una vez más, me senté en las escaleras y comencé a estudiar el cubo.

Leí sobre algoritmos, estrategias y técnicas para resolver aquel misterio. Practiqué día tras día. No obstante, más allá de aprender a ordenar colores, lo que verdaderamente estaba entrenando era mi paciencia, mi capacidad de análisis y la perseverancia en la resolución de problemas.

En varias ocasiones me encontré con un cubo casi armado, faltando tan solo uniformar su última cara y no lo lograba. Semanas después y a punto de abandonar el desafío, el cubo hizo clic por última vez bajo mis dedos y sus colores encontraron su lugar. El sentimiento fue agridulce; una mezcla de triunfo y la comprensión de que aquel era simplemente el comienzo. Después de esa primera vez, logré resolver el cubo de Rubik en innumerables ocasiones. Cada resolución era una nueva historia, una batalla interna ganada, alentado por la reducción de los tiempos que me tomaban alcanzar la victoria.

Pasaron más de 40 años de esa experiencia y de aquel cubo de plástico con sus adhesivos de colores rojo, naranja, azul, verde, blanco y amarillo que una vez desafiaron mi paciencia. Días previos a la Navidad, me acordé de ese hermoso juguete e ingresé al Marketplace de Facebook para buscar un cubo de Rubik, impulsado por mi curiosidad, ya que, había leído que ahora son magnéticos, con elásticos, sin adhesivos y otras tantas bondades. Encontré varios con una infinidad de marcas y modelos, desde los simples hasta los profesionales, elegí uno de competencia.

Cuando me lo entregaron, saqué el moderno cubo de su coqueta caja, lo observé detenidamente, sentí que su estructura era más fina y ligera, aunque tenía los mismos colores estos eran más intensos. Comencé a jugar con él. Recordaba algunas de las rutinas y movimientos lógicos básicos buscando formar la primera cara, luego intenté uniformar la primera fila para seguir por la segunda y finalmente tratar con la cara inferior. No lo logré en ese intento pero seguí insistiendo hasta conseguirlo una vez más.

El cubo de Rubik me enseñó que la vida está compuesta por etapas, cada una con su propio desafío y patrón a seguir, pero todas formando parte de un diseño más grande. Manejar ese cubo mágico requiere concentración y un enfoque metodológico para resolver el problema que se presenta con el desorden.

Hoy veo en mi escritorio aquel cubo de Rubik que compré, y me recuerda que no hay caos que no pueda ser afrontado con la adecuada mezcla de paciencia y determinación, y que aunque de vez en cuando se desordena con giros inesperados, siempre existe una solución aguardando ser descubierta.

Definitivamente, no soy un experto en resolver el cubo, pero entendí que más allá de ser un pasatiempo, fue un maestro mudo que me mostró que la superación personal no es una carrera hacia un solo objetivo, sino un maratón que dura toda la vida, donde cada pequeño logro nos enseña que lo que parecía imposible solo requiere de perspectiva, estrategia y perseverancia.
 





lunes, 24 de diciembre de 2018

La Navidad de antes

Escuché decir: “la Navidad, ya no es lo que era antes. Por su puesto que no, antes llamábamos a nuestros seres queridos y les deseábamos una feliz Navidad. Hoy, les escribimos un mensaje de texto y con eso sentimos que ya cumplimos o simplemente, reenviamos una postal digital que nos llegó al grupo de WhatsApp.

Quedaron en el tiempo aquellas cenas en casa, cuando se dedicaban horas a la preparación, donde todos colaborábamos, desde pelar las habas hasta dejar reluciente la vajilla especial. Hoy, basta con una llamada al servicio de delivery y la cena estará en casa, en platos descartables y con cubiertos de plástico.

Aún vamos a comprar los regalos a las ferias navideñas, a la Calatayud o a la Uyustus, pero preferimos regalar una tarjeta con un monto impreso en el anverso y que vayan al Mall a escoger lo que deseen, ya no hay porque preocuparse por un regalo de su agrado.

La Navidad, ya no es lo que era antes. Crecimos, envejecimos y nuestras expectativas cambiaron. Gracias a estas nuevas tecnologías estamos más pendientes de lo que ocurre en el mundo y dejamos de lado lo que transcurre a nuestro alrededor, en ese circulo estrecho, el familiar.

Muchos ya no están con nosotros, formaron sus familias y se fueron, tienen otras responsabilidades o simplemente se fueron porque quizás esto de celebrar la Navidad se les volvió pesado, comercial o sienten que es una expresión cruda del capitalismo y decidieron disfrutar del feriado, descansando en algún hotel resort.

Mi Navidad, ya no es lo que era antes. Mis hermanos no están en la ciudad, no están en el país, celebrarán este día lejos de casa. Mis papás ya no tienen las mismas fuerzas para preparar o esperar una cena de media noche, prefieren ir a misa con sus niños Jesús y luego, descansar, pidiendo al cielo que la descontrolada pirotecnia no afecte a sus pequeñas mascotas, con las que intentaron llenar el vacío que les dejamos al salir del hogar.

Esta noche iré, como todos los años, a visitar a mis papás, asistiremos a la parroquia de la zona y luego de la misa, me despediré de ellos con un fuerte abrazo, conduciré hasta mi casa y disfrutaré de la compañía incondicional de mi perro, quien ya tienen sus años transcurridos y necesita cada vez más ayuda para subir las gradas o recostarse en su cama. Veré una película o una serie, con el Netflix, no necesito un reproductor de DVD, basta con el Chromecast para ver en HD, algún episodio de Godless o Peaky Blinders.

La Navidad, ya no es lo que era antes, pero quizás podamos convertir en una navidad como la de nunca antes, con tan solo escribir,  no copiar, un mensaje de felicitación y agradecimiento, pero uno que salga del corazón. Hagamos una Navidad diferente para aquella persona quien nos extendió la mano pidiendo limosna, extendámosle la nuestra entregando esperanza y hermandad. Podemos convertir esta Navidad en una sin igual, con tan solo abrazar a la persona quien aún está a nuestro lado y desearle paz y amor, que amor es lo que tanta falta nos hace a todos.

En esta Navidad, les deseo y envío mucha paz y amor a todos, mis queridos amigos y amigas.