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miércoles, 26 de junio de 2024

La Eurocopa del Major Tom

La versión 2024 de la Eurocopa de fútbol me está resultando muy difícil de seguir. Hasta ahora y antes del inicio de la ronda de partidos correspondientes a los octavos de final, solo pude ver un par de encuentros y fueron únicamente durante el fin de semana. Si bien los horarios son matutinos para este lado del mundo, en días de la semana, para mí, fue prácticamente imposible sintonizar alguno en el canal digital. Sin embargo, este torneo pasará a la historia por una canción compuesta hace 40 años que se está convirtiendo en un segundo himno para los hinchas de la selección alemana.

Durante la gestión 2023, Alemania como sede del torneo europeo, buscó una canción que sería amplificada en los campos deportivos después de que anotara un gol su selección. Eso de las canciones que suenen cuando se marcan goles, al parecer inició en el pasado mundial de Qatar, cuando los equipos participantes enviaron a la FIFA hasta dos canciones para que se reproduzcan en el sistema de sonido del estadio cada vez que se marque un gol. Algo similar está pasando en la Eurocopa 2024.

Definitivamente, la música juega un papel cada vez más destacado en las competencias deportivas y fueron varias canciones las postuladas ante la DFB (Deutscher Fußball-Bund), pero una se proyectó como la favorita: Major Tom de Peter Schilling, aunque inicialmente la UEFA (Union of European Football Associations) no aceptó la petición, el hit de los 80 fue incluida en los spots promocionales de Adidas, la empresa encargada de dotar los uniformes deportivos a la selección germana, alcanzando la canción un grado de virulencia digital insólito.

La singular composición de Peter Schilling, “Major Tom”, sonó por primera vez en el estadio olímpico de Berlin, durante el partido frente a Holanda, haciéndose realidad la petición de miles de aficionados locales para convertirla en el jingle oficial del gol alemán. Peter Schilling, cuyo nombre completo es Pierre Michael Schilling, nació el 28 de enero de 1956 en Stuttgart, Alemania. Schilling es conocido principalmente por su estilo new wave y synth-pop, géneros que ganaron enorme popularidad en la década de 1980. El mayor éxito de Peter Schilling es, sin duda, la canción "Major Tom (völlig losgelöst)", que fue lanzada en 1983.

Major Tom, es una reinterpretación y secuela conceptual de la famosa canción "Space Oddity" de David Bowie, que presenta a un astronauta ficticio llamado Major Tom, y relata la historia del mítico explorador perdido en el espacio, resonando su fascinación por la investigación cósmica y el ambiente de la Guerra Fría de la época, lo que contribuyó a su atractivo universal.

A lo largo de su carrera, Schilling lanzó algunos álbumes, entre los que destacan "Error in the System" (1983) y "120 Grad" (1984), ambos con una mezcla de éxitos en alemán e inglés. Aunque ninguno de sus trabajos posteriores alcanzó el nivel de éxito de "Major Tom", Schilling siguió siendo una figura influyente en la escena musical alemana y mantuvo una base de seguidores leales.

El perseverante Peter Schilling, en su cuenta oficial de Tik Tok, tiene un vídeo en el que agradece por la elección de su canción que acompaña la anotación de los goles alemanes durante la Eurocopa y asegura que siempre confió en su música y talento.

La perseverancia es una de las virtudes más valiosas y poderosas del ser humano, ya que, es la capacidad de mantener el esfuerzo y la determinación hacia una meta a pesar de los obstáculos, adversidades y el tiempo que pueda llevar alcanzarla. Implica una combinación de paciencia, tenacidad y una actitud positiva frente a los desafíos. No es simplemente resistir o aguantar; es un proceso activo de seguir avanzando, aprendiendo de los errores, adaptándose y mejorando continuamente. Las personas perseverantes entienden que el camino hacia el logro está lleno de altibajos, y en lugar de rendirse ante las primeras señales de dificultad, utilizan estos momentos como oportunidades para crecer y fortalecerse.

Con perseverancia, cualquier meta es alcanzable, y cualquier desafío superable, pero ser perseverante no significa ser inmune a los fracasos o a las derrotas temporales, sino ser capaz de recuperarse de ellas, aprender y seguir adelante con más determinación. Esta capacidad de enfrentar los contratiempos es lo que nos permite convertir las adversidades en lecciones valiosas y utilizar esas experiencias para impulsar su progreso. La perseverancia también está estrechamente relacionada con la resiliencia.

Este es el mensaje que se puede extraer de esta afortunada canción y de la Eurocopa. Un cantante perseverante, quien logró una fama fugaz gracias a su único hit y que estuvo por 40 años a la sombra de ese éxito que, con la ayuda de las Redes Sociales, hoy puede disfrutar del verdadero lugar que le corresponde, fruto de su voluntad, esfuerzo y dedicación, con la certeza de recorrer el camino correcto, aunque los resultados a corto plazo hayan sido poco satisfactorios.

Sin lugar a duda, la perseverancia es una virtud esencial que nos impulsa a seguir adelante a pesar de las dificultades. Es el motor que nos permite alcanzar los sueños y convertir nuestras aspiraciones en realidad.

Dann hebt er ab und
Völlig losgelöst
Von der Erde
Schwebt das Raumschiff
Völlig schwerelos


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jueves, 4 de enero de 2024

El cubo mágico

De la tienda virtual de Amazon, compré el libro titulado: “Cubed: The Puzzle of Us All” de Ernő Rubik. Una vez que estuvo disponible en mi Kindle Paper, que es donde más me gusta leer este tipo de libros, presioné sobre su diminuta portada, que presentaba un fondo negro y con el título formando la curiosa perspectiva de un poliedro. Tras desaparecer la carátula, se desplegó en la pantalla de tinta electrónica el prólogo y quedé mirando el texto, como hipnotizado, sin siquiera pestañear. Vívidos recuerdos de mi niñez me invadieron la mente.

Esa tarde cuando mi padre, volviendo de su viaje, me trajo un cubo de Rubik de regalo. Aquel cuadrado mágico con colores del arcoíris era un enigma, un desafío que, como un faro en la penumbra de la cotidianidad, me llamaba a descifrarlo. La primera vez que lo tuve en mis manos, no pensé que aquel montón de coloridos cuadrados desordenados pudieran tener un orden inherente.

Desesperadamente, como tocado por un impulso inexplicable, comencé a girar sus segmentos sin rumbo fijo. Las horas pasaban, y no lograba un progreso, aquellos caprichosos colores no llegaban a coincidir, lo que me causó una gran frustración. Bruscamente deposité el cubo a un lado, convencido de que algunas cosas estaban destinadas a permanecer en el desorden. Con un atisbo de obstinación que no sabía que tenía, una vez más, me senté en las escaleras y comencé a estudiar el cubo.

Leí sobre algoritmos, estrategias y técnicas para resolver aquel misterio. Practiqué día tras día. No obstante, más allá de aprender a ordenar colores, lo que verdaderamente estaba entrenando era mi paciencia, mi capacidad de análisis y la perseverancia en la resolución de problemas.

En varias ocasiones me encontré con un cubo casi armado, faltando tan solo uniformar su última cara y no lo lograba. Semanas después y a punto de abandonar el desafío, el cubo hizo clic por última vez bajo mis dedos y sus colores encontraron su lugar. El sentimiento fue agridulce; una mezcla de triunfo y la comprensión de que aquel era simplemente el comienzo. Después de esa primera vez, logré resolver el cubo de Rubik en innumerables ocasiones. Cada resolución era una nueva historia, una batalla interna ganada, alentado por la reducción de los tiempos que me tomaban alcanzar la victoria.

Pasaron más de 40 años de esa experiencia y de aquel cubo de plástico con sus adhesivos de colores rojo, naranja, azul, verde, blanco y amarillo que una vez desafiaron mi paciencia. Días previos a la Navidad, me acordé de ese hermoso juguete e ingresé al Marketplace de Facebook para buscar un cubo de Rubik, impulsado por mi curiosidad, ya que, había leído que ahora son magnéticos, con elásticos, sin adhesivos y otras tantas bondades. Encontré varios con una infinidad de marcas y modelos, desde los simples hasta los profesionales, elegí uno de competencia.

Cuando me lo entregaron, saqué el moderno cubo de su coqueta caja, lo observé detenidamente, sentí que su estructura era más fina y ligera, aunque tenía los mismos colores estos eran más intensos. Comencé a jugar con él. Recordaba algunas de las rutinas y movimientos lógicos básicos buscando formar la primera cara, luego intenté uniformar la primera fila para seguir por la segunda y finalmente tratar con la cara inferior. No lo logré en ese intento pero seguí insistiendo hasta conseguirlo una vez más.

El cubo de Rubik me enseñó que la vida está compuesta por etapas, cada una con su propio desafío y patrón a seguir, pero todas formando parte de un diseño más grande. Manejar ese cubo mágico requiere concentración y un enfoque metodológico para resolver el problema que se presenta con el desorden.

Hoy veo en mi escritorio aquel cubo de Rubik que compré, y me recuerda que no hay caos que no pueda ser afrontado con la adecuada mezcla de paciencia y determinación, y que aunque de vez en cuando se desordena con giros inesperados, siempre existe una solución aguardando ser descubierta.

Definitivamente, no soy un experto en resolver el cubo, pero entendí que más allá de ser un pasatiempo, fue un maestro mudo que me mostró que la superación personal no es una carrera hacia un solo objetivo, sino un maratón que dura toda la vida, donde cada pequeño logro nos enseña que lo que parecía imposible solo requiere de perspectiva, estrategia y perseverancia.