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domingo, 16 de julio de 2023

El síndrome del trabajador "quemado"

Habíamos terminado con el desayuno típico paceño, que consistía en una taza de café, destilado y amargo, acompañado por un sándwich de huevo en, como no podía ser de otra manera, una marraqueta fresca y crujiente.

El sol brillaba en la calle, que a esa hora de la mañana se encontraba casi vacía, calentaba la habitación a través del ventanal que nos proporcionaba una vista tranquila de la zona, me recliné para comentar sobre aquella nueva inteligencia artificial que estaba disponible en Internet. Días atrás Google había liberado a Bard en su versión castellana y ya podía ser accedido desde nuestra ubicación.

—Deberíamos aprovechar este feriado y continuar escribiendo el libro que comenzamos en el Carnaval. Ahora que tienes nuevas competencias adquiridas, sería de gran utilidad —le dije, al mismo tiempo que movía la tasa de porcelana y el plato vacío hacia el lado izquierdo de la pequeña mesa.

—¿Conoces el síndrome Burnout? —Me preguntó, mientras se recostaba en el sillón.

No sabía absolutamente nada sobre ese tema, mi primera reacción fue poner a prueba a Bard para que describiera aquel síndrome. Tomé el Fold y lo abrí, presioné en el ícono de Chrome e ingresé en el sitio web de la Inteligencia Artificial de Google.

“Describe el síndrome de Burnout”. Escribí en el cajón de texto.

En cuestión de segundos pude ver como se formaba la respuesta. Algo que me pareció interesante de aquella nueva solución fue la opción de lectura, es decir, no solo escribe un texto sino también puede leerlo. Esa opción está disponible en muchos de los programas de ofimática, sin embargo, era la primera vez que lo veía en una aplicación de inteligencia artificial.

—¡Dale! Que lea lo que escribió. —Me dijo, toda expectante.

Presioné sobre la opción de lectura y la voz robótica invadió el lugar: "El síndrome de burnout es un síndrome de desgaste físico y emocional que se produce por el exceso de trabajo y el estrés. Se caracteriza por una serie de síntomas, como fatiga, irritabilidad, dificultad para concentrarse, falta de motivación, sentimientos de fracaso y desvalorización.

El síndrome de burnout puede afectar a cualquier persona, pero es más común en personas que trabajan en profesiones que requieren un alto nivel de compromiso y atención, como la medicina, la enfermería, la educación y la atención social.

El síndrome de burnout puede tener un impacto negativo en la salud física y mental de las personas que lo padecen. Puede conducir a problemas de salud como la hipertensión, la obesidad, el insomnio, y la depresión. También puede afectar a las relaciones personales y la vida laboral".

La aplicación aún tiene problemas de gramática, quizás sea algo que con el tiempo vaya mejorando, no solo con Bard, sino también con ChatGPT, pude identificar esa limitación. Pero dejando de lado eso, la descripción del síndrome fue muy concreta y comprensible.

—A ti que te gusta el ciclismo —comentó después de escuchar por algunos minutos el resultado elaborado de forma artificial. —Me acordé de lo que me dijiste alguna vez, eso de que, si no administras tus fuerzas terminas “quemándote” en los primeros kilómetros y no logras llegar a la meta —concluyó.

Es verdad, alguna vez lo viví, en plena competencia salí disparado desde el punto de partida y ya para la mitad de la carrera me encontraba totalmente exhausto, viendo como el resto de los participantes me pasaban con la energía suficiente para llegar a la meta.

Ya frente a mi notebook, comencé a leer más sobre el síndrome de burnout. Se trata de una respuesta al estrés laboral crónico, caracterizado principalmente por la falta de energía y sentirse emocionalmente exhausto debido a la tensión laboral, evidenciado por la falta de emociones y una actitud indiferente hacia el entorno ocupacional.

En otra página web leí que el estudio de este fenómeno comenzó en la década de 1970, cuando el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberger lo utilizó para describir cierto tipo de estrés que observó entre los médicos y enfermeras, quienes parecían estar “quemados” o agotados por el estrés laboral crónico. Ya en 1974, Freudenberger acuñó el término “burnout” para describir este fenómeno y en 1981, junto con la psicóloga Christina Maslach, desarrolló el Maslach Burnout Inventory (MBI), el instrumento de medición más utilizado para evaluar el síndrome de burnout.

Se considera que el síndrome de burnout es el resultado de un desequilibrio prolongado entre la carga laboral y los recursos disponibles del trabajador, afectando tanto a su bienestar psicológico como físico. Las investigaciones señalan factores como las demandas laborales excesivas, poca autonomía, conflictos de rol, escasa recompensa y apoyo social limitado, como desencadenantes del burnout.

Cerré la pequeña computadora y conecté el cargador a la toma de energía. Mientras veía el parpadear del led indicador de la batería, me puse a pensar que todo necesita una recarga, que es imposible trabajar por horas sin tomar un descanso que nos permita liberar la tensión nerviosa, alimentarnos de manera consciente y si es posible realizar alguna actividad física que nos desprenda de aquella adrenalina acumulada.

Aprovecharé este fin de semana para descansar, leer, escribir y salir en mi bicicleta para regresar el siguiente martes con la energía recargada, totalmente predispuesto a continuar con mis responsabilidades con el mejor de los ánimos, para no “quemarme” durante la vertiginosa semana laboral.


viernes, 21 de junio de 2019

INTELIGENCIA ARTIFICIAL

En las últimas semanas, con mi amigo Carlos, entramos en un ritmo de lectura bastante divertido. Compramos varios libros de la tienda virtual de Amazon y en pocos días, los terminamos de leer. Aunque, la parte más entretenida, divertida e interesante es el intercambio de comentarios, opiniones y quizás críticas al texto, vía mensajes al WhatsApp. 

Una mañana, cuando me dirigía al trabajo leí, en la pantalla del celular, un artículo sobre los libros recomendados por Bill Gates para este 2019 y, dentro la exclusiva selección me llamó la atención uno que titulaba “Vida 3.0”. Le comenté a Carlos y el, inmediatamente lo compró de la tienda virtual. Después de algunas horas me escribió un mensaje donde simplemente decía: “Bro, es buenísimo el libro”. No esperé más y lo compré. 

Carlos, escribió en su blog algo sobre Inteligencia Artificial, me imagino que inspirado y motivado por el libro que estamos leyendo, Vida 3.0 de Max Tegmark. A mí también, el libro me atrapó, me motivo y me despertó la curiosidad sobre temas de la programación de algoritmos de autoaprendizaje e Inteligencia Artificial (IA). Vi algunos vídeos y compré otros libros sobre programación en Python. 

El fin de semana, estuve revisando códigos de programas y algoritmo relacionados con la IA. Quedé fascinado con una máquina de Google que aprendió a jugar, desde cero y sin conocimiento previo, un viejo juego de Atari. Fue tal la evolución de la máquina que, con su “conocimiento” adquirido con cada intento, al cabo de un par de horas, resultó ser la mejor en el juego, reforzando eso de que la práctica es el único camino para la mejora continua. El vídeo está en Youtube y titula “Google DeepMind's Deep Q-learning playing Atari Breakout”. 

Al apagar la tablet, me imaginé una máquina que tendría que aprender sus deberes, simplemente con registrar mi comportamiento. La adquisición de “conocimiento”, por parte de la máquina, sería a través del registro de datos, como lo hizo la DeepMind de Google. Cada registro, sería empleado luego para identificar patrones en mi conducta que le permitan programar su comportamiento para optimizar mis actividades, una suerte de asistente robótico. 

Imagine una máquina que registraría toda mi rutina, antes de poder colaborar con mis actividades cotidianas. Imaginé un registro pormenorizado de mis costumbres y todos esos datos almacenados en su base informática. Este ejercicio, me generó una curiosidad mayor, ¿qué registraría? Ingresé, imaginariamente, a la consola del robot y busqué en su base de datos, con algunas consultas y algunas bitácoras generé un archivo, y lo leí. 

Resumen del registro ponderado de las primeras horas del humano asignado. 

Su día comienza a las 6 de la mañana, con una probabilidad del 80% de que se despierte 5 minutos antes de que la alarma del celular se active. El 20% depende de la hora de inicio de su descanso. Si es lunes o viernes, duerme 10 o 20 minutos después de las 12 de la noche. El resto de la semana, 20 minutos antes de la media noche. En todos los casos, tarda 15 minutos en ingresar en la fase 1 del sueño. 

Al momento de dormir, programa su celular con música suave por exactamente 20 minutos, esto le ayuda a alcanzar el sueño, aunque la probabilidad de que se despierte a las 4 AM es del 65%, logra dormir en los próximos 15 minutos de suscitado el evento. Se registraron escasos eventos en los cuales no volvió a dormir, solo un 5% de las veces registradas. No se registraron más de 45 minutos entre que despierta y sale de la casa para trabajar. 

Rutina identificada: ducha, ropa, desayuno, preparativos de los materiales que requiere para su actividad, billetera, llaves y un paquete de pañuelos descartables, son imprescindibles. Solo se tienen dos eventos en los que se olvidó uno de los tres elementos que considera necesarios. No existen registros acerca de olvido de las llaves. 

Conclusión, los tiempos marcan la realización de cada actividad inicial de su día y sus niveles de ritmo cardíaco y respiración suben a medida que los minutos programados se vuelven escasos. Aunque no llegó a niveles de aceleración crítica, se detectó una ansiedad para poder lograr sus objetivos en el tiempo establecido. 

Programación, iniciar el día a las 5:55 y concluir a las 23:40, con música ambiental por 20 minutos. Verificar que los tres elementos necesarios estén siempre en la mochila, caso contrario generar una alarma. Desplegar mensajes visuales y auditivos para marcar los tiempos de realización de los eventos registrados. 

Fin. 

Me desconecté y después de respirar profundamente, me dije: “pareces un robot”.