Un titulado con honores y con una extraordinaria experiencia en la práctica laboral ¿Será el líder perfecto para una empresa?
La teoría sin experiencia resulta poco efectiva. Por un lado, están los teóricos, quienes creen que la respuesta a todos los problemas se halla en un texto. Un claro ejemplo son algunos docentes universitarios que pasaron del pupitre a la pizarra, los que intentan transmitir todo lo que está en la bibliografía con la que aprendieron, recurriendo al estudio de casos obsoletos y lejos de nuestra realidad. En sus aulas, hay muy pocas horas de una práctica efectiva y demasiadas de simuladores o laboratorios controlados, como si intentaran formar jugadores de fútbol profesional de PlayStation.
La experiencia sin teoría es también poco efectiva. Por el otro lado están aquellos expertos que de muy jóvenes se iniciaron en una empresa y fruto de su perspicacia, curiosidad y ganas de aprender, lograron convertirse en responsables o jefes de área. Escalaron hasta llegar a ser técnicos expertos en alguna actividad específica, pasando décadas realizando el mismo trabajo hasta generar una dependencia improductiva dentro la institución, por ser el único quien sabe hacer eso ya que, conoce todos los trucos y artilugios del cargo.
En el ejercicio de la profesión, muchos de los mejores líderes se formaron durante su participación en un campo operativo. El sumar experiencias hace que se consolide el conocimiento y son esas horas de vuelo que ayudan a fortalecer las habilidades o destrezas, fundamentando las soluciones en resultados prácticos como consecuencia de la teoría empleada en una proporción equilibrada. Estos efectos positivos logran el crecimiento de la motivación personal y la confianza profesional, permitiéndoles conquistar cualquier meta.
Pasaron algunas semanas desde la final de la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA, Qatar 2022. Fueron millones de mensajes que circularon en las redes sociales y varios de ellos hicieron referencia a la consagración de la selección argentina como la mejor del mundo.
Hay una frase que dice: “Los mejores no siempre son los mejores, solo son los más vistos”. Sin duda, el evento deportivo demostró que ser el técnico con más experiencia o con más títulos conseguidos no garantiza, en lo absoluto, la conquista del objetivo. Así quedó confirmado con el director técnico de la selección campeona, Lionel Scaloni quien, con trabajo, inteligencia y un notable manejo de grupo, pudo sacar lo mejor de cada uno de los astros del fútbol mundial y llegar al campeonato. Hoy sus estadísticas presentan tres títulos obtenidos en estos más de cuatro años, logros con los que todo entrenador deportivo sueña.
Un titular de la prensa deportiva digital indicaba: “Lionel Scaloni, el joven inexperto que se doctoró con todos los honores. De esa llegada inesperada como interino a un título en el que mostró capacidad para formar un grupo, potenciar jugadores y exhibirse como un auténtico estratega”. Este como otros tantos titulares que se publicaron en la prensa argentina, hablaban del único valiente que apostó por un equipo vapuleado después de su fracasado Mundial de Rusia 2018, pero supo confiar en los jugadores a quienes eligió, los motivó y se aseguró de convertirlos en campeones. En una entrevista, después de la derrota ante la selección de Arabia Saudita, respondió a las acusadoras preguntas de los periodistas deportivos con una simple frase: “Solo es fútbol”.
Me gustaría creer que lo ocurrido a Scaloni podría tratarse de una fórmula para el líder perfecto, pero considero que fue más bien fruto de la causalidad, de la coyuntura, del grupo de jugadores seleccionados o elegidos y la presencia de un Messi hambriento de éxito. Indudablemente, el director técnico estaba preparado para el desafío.
Un líder es quien logra, a partir del conocimiento y la experiencia, que su equipo se identifique con el proyecto y que persiga los mismos objetivos. El líder permite creer en sueños y hacer que estos sean colectivos, con la intención de que entre todos se empuje y mueva la maquinaria institucional. El líder hace que surja ese espíritu competitivo del interior de cada jugador y los enfoca para lograr el triunfo, consciente de que en un trabajo conjunto no existe la ganancia individual, que nadie sobresale más que el otro y todos son como el engranaje de un mismo reloj que marca la hora con precisión.
En una institución es posible encontrar a excelentes analistas o incluso a destacados jefes de área pero, hay otros aspectos imprescindibles que deben cumplir además de la formación y la experiencia antes de considerarlos líderes, cómo ser: la empatía, la iniciativa o la confianza. Son esas habilidades blandas que esperamos encontrar en los miembros de las organizaciones, en aquellos funcionarios que se destacan no solo por su desempeño laboral o por su experiencia en el desarrollo de sus funciones sino también, por su espíritu colaborativo y luchador, para encomendarles los planes y objetivos estratégicos, con la confianza de que nos llevarán hasta la victoria.
Respondiendo a la pregunta inicial, lo ideal es fusionar la teoría y la práctica en un equilibrio perfecto, ser un buen entrenador y ser un buen jugador, con un toque de empatía, confianza, perseverancia, carácter y mucho respeto al equipo.
Si quieres ir rápido camina solo, si quieres llegar lejos ve acompañado.