viernes, 1 de septiembre de 2023

LA ANTIGUA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

La suerte es simplemente la habilidad de aprovechar las oportunidades que se presentan. Si uno puede ver las cosas de manera diferente y actuar en consecuencia, entonces uno tiene la habilidad de crear su propia suerte”. Albert Einstein.

La Sociedad de la Información. Quizás muy pocos recuerden este concepto, ya que, tiene su origen a mediados del siglo XX, cuando diversos teóricos empezaron a notar un cambio significativo en las formas en que la sociedad interactuaba con la información generada; lo que se tornó más evidente con la disminución del empleo en las industrias físicas (como la manufactura) y una súbita demanda por los trabajos basados en la información (como la programación o el análisis de datos).

Durante la década de los noventa y comienzos del nuevo milenio, la transición hacia una futura sociedad de la información se aceleró con la digitalización y la adopción del Internet como plataforma de comunicación. Fueron diversos los sectores de la economía que sufrieron esta transformación, pero también surgieron desafíos significativos al incrementarse la dependencia por la información digital y el empleo de la tecnología que, a su vez, ocasionó múltiples preocupaciones en la privacidad, seguridad, propiedad intelectual y desigualdades en el acceso. Este último punto, fue el que llevó al debate mundial sobre lo que se denominó la “Brecha Digital”.

Referirnos a la Sociedad de la Información, es considerar a un mundo donde las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) se encuentran integradas en todos aquellos aspectos relacionados con el crecimiento económico, el desarrollo social y la gobernanza participativa. En este tipo de sociedad, se garantiza el acceso a la información de forma plena y libre, donde el Internet, los teléfonos móviles, las computadoras y otras formas de tecnología digital son empleados por las personas para acceder, compartir y utilizar la información de manera eficiente. Sin embargo, para alcanzar ese grado de sociedad, se requiere de un nivel de educación y alfabetización digital adecuados, por lo tanto, no todas las sociedades pudieron transitar a esta propuesta. Debido a que era fundamental garantizar el alcance de las oportunidades creadas por la tecnología, independientemente de su ubicación geográfica, situación socioeconómica o nivel de educación.

Recuerdo que las instituciones académicas realizaron cursos, seminarios, diplomados y hasta maestrías, generando “expertos” en sociedades de la información, pero con el paso del tiempo, la iniciativa hacia el nuevo modelo social se fue anquilosando en sus propios problemas, donde uno de los principales resultó ser la dificultad para la reducción de la Brecha Digital, aspecto que se volvió más evidente entre diferentes sectores del emporio mundial. Esta diferencia motivada por factores educativos, económicos, técnicos, geográficos y hasta culturales ocasionó que, una gran parte de la población global sea excluida de los beneficios alcanzados por las nuevas sociedades de la información.

Lamentablemente la alfabetización digital resultó insuficiente y no bastó con tener acceso a las tecnologías o al Internet para ser considerada a una sociedad como informatizada. También se requerían de las habilidades necesarias para emplear los recursos tecnológicos de manera efectiva, lo que limitó la posibilidad en el aprovechamiento de aquellas oportunidades que les brindaban las TICs. 

Este proceso incrementó las desigualdades ya existentes, especialmente por el acceso a las comunicaciones centralizado en manos de una pequeña élite, generando una concentración de poder en grandes corporaciones tecnológicas que, sin una regulación adecuada, en algunos casos, decantó en un monopolio administrativo, técnico y comercial. A esto se sumó la sobrecarga de información, debido a los enormes volúmenes de datos (textos, imágenes, audios y vídeos) que comenzaron a circular en Internet, resultando en una propagación incontrolable de noticias falsas que, con los ya múltiples problemas de privacidad y seguridad, forjaron graves preocupaciones en términos de la confidencialidad de la información, por la falta de leyes y reglamentos adecuados o del incumplimiento de los existentes, ocasionando alarmantes violaciones a la privacidad.

Hoy en día, tenemos un otro concepto en boga: La transformación digital. Es evidente que existen algunos aspectos comunes entre aquella Sociedad de la Información de inicios de siglo y la propuesta revolucionaria de la Transformación Digital, puesto que, ambas requieren del uso extensivo de tecnologías digitales para mejorar procesos, servicios y comunicaciones. Sin embargo, ya no se recurre a una sociedad informada sino más bien a un cambio cultural, en el que se acepta y se integra el uso constante de la tecnología en la vida cotidiana, demandando nuevamente la necesidad de habilidades digitales para beneficiarse del uso de otras nuevas tecnologías.

La Sociedad de la Información y la Transformación Digital son dos conceptos fuertemente interrelacionados que se apoyan mutuamente y juntos, trabajan para llevar las ventajas de la tecnología digital a todas las áreas de la sociedad y de las organizaciones, aunque estoy seguro de que, con el paso del tiempo, la transformación digital también quedará como un esfuerzo que logró propulsar parte del desarrollo tecnológico mundial. 

Finalmente, esa receta mágica, la piedra filosofal o el santo grial de la transformación hacia una sociedad informatizada puede que resulte más simple de lo que imaginamos. Únicamente debemos estar predispuestos al cambio, sea con la Transformación Digital, la Sociedad de la Información, la Mejora Continua u otra teoría disruptiva que vaya a ser empleada.


sábado, 29 de julio de 2023

Innovación con historia y tradición

Hace varios meses atrás, participé de un curso internacional sobre el liderazgo en la innovación. En ese tiempo, estaban vigentes las restricciones sanitarias a causa de la COVID-19, por lo que, la capacitación fue desarrollada de forma virtual.

Dentro de la metodología del curso, estaba la presentación, semana tras semana, de las tareas que cada módulo imponía, pero fue la denominada bitácora personal que me pareció interesante y divertida, ya que, consistía en grabar un corto vídeo con nuestra opinión acerca del trabajo de la semana, las posibles aplicaciones de lo que aprendimos y algunas experiencias relacionadas con el tema tratado. De la misma manera, me gustó el módulo que abordaba la importancia de reconocer el valor de la historia y la cultura para enfrentar los retos presentes.

Conocer el pasado y respetar las tradiciones son dos elementos fundamentales en los procesos de liderazgo, especialmente en aquellos orientados a la innovación. Aunque nos parezca un poco contradictorio, debido a que la innovación normalmente se asocia con la disrupción, pero estos dos elementos se complementan para construir un modelo de liderazgo resiliente y eficaz.

Conservar las tradiciones ayuda a comprender mejor la cultura organizacional y el contexto en el que la institución interactúa, lo que puede ofrecer una guía enriquecedora sobre cómo implementar eficazmente un proceso de innovación, respetando al mismo tiempo los valores y las normas de la organización. Entender y recordar las lecciones aprendidas, los errores cometidos y aquellos logros alcanzados, puede allanar el camino hacia la innovación, evitando repetir los mismos traspiés del pasado.

Los líderes de hoy pueden proponer soluciones a los problemas presentes, basándose en los conocimientos previos y la comprensión profunda de las tradiciones de la organización, y que éstas sean efectivas además de adaptadas totalmente a la realidad institucional, lo que proporciona un marco sólido desde el cual es posible proyectar el futuro, permitiendo plantear soluciones novedosas, en línea con la identidad institucional, facilitando su aceptación y adopción.

Es importante destacar que el respeto por las tradiciones puede proporcionar un grado de estabilidad y continuidad que es fundamental en cualquier proceso de cambio, lo que ayudará a construir un consenso en torno a las nuevas ideas, iniciativas y proyectos, resultando a ser la clave para lograr el éxito. Por tanto, se trata de integrar los logros y lecciones del pasado con visiones prospectivas, como también preservar la historia, valorando el presente e innovando para el futuro.

Los líderes pueden forjar un camino que no sólo resuelve los problemas actuales, sino que también se adaptan y evolucionan a medida que se presentan nuevos desafíos y oportunidades, pero no olvidemos de dónde venimos, cómo llegamos al lugar que hoy ocupamos, recordemos a quien nos apoyó y respetemos la cultura institucional.

Nunca olvides de donde vienes, por si te toca regresar.



domingo, 16 de julio de 2023

El síndrome del trabajador "quemado"

Habíamos terminado con el desayuno típico paceño, que consistía en una taza de café, destilado y amargo, acompañado por un sándwich de huevo en, como no podía ser de otra manera, una marraqueta fresca y crujiente.

El sol brillaba en la calle, que a esa hora de la mañana se encontraba casi vacía, calentaba la habitación a través del ventanal que nos proporcionaba una vista tranquila de la zona, me recliné para comentar sobre aquella nueva inteligencia artificial que estaba disponible en Internet. Días atrás Google había liberado a Bard en su versión castellana y ya podía ser accedido desde nuestra ubicación.

—Deberíamos aprovechar este feriado y continuar escribiendo el libro que comenzamos en el Carnaval. Ahora que tienes nuevas competencias adquiridas, sería de gran utilidad —le dije, al mismo tiempo que movía la tasa de porcelana y el plato vacío hacia el lado izquierdo de la pequeña mesa.

—¿Conoces el síndrome Burnout? —Me preguntó, mientras se recostaba en el sillón.

No sabía absolutamente nada sobre ese tema, mi primera reacción fue poner a prueba a Bard para que describiera aquel síndrome. Tomé el Fold y lo abrí, presioné en el ícono de Chrome e ingresé en el sitio web de la Inteligencia Artificial de Google.

“Describe el síndrome de Burnout”. Escribí en el cajón de texto.

En cuestión de segundos pude ver como se formaba la respuesta. Algo que me pareció interesante de aquella nueva solución fue la opción de lectura, es decir, no solo escribe un texto sino también puede leerlo. Esa opción está disponible en muchos de los programas de ofimática, sin embargo, era la primera vez que lo veía en una aplicación de inteligencia artificial.

—¡Dale! Que lea lo que escribió. —Me dijo, toda expectante.

Presioné sobre la opción de lectura y la voz robótica invadió el lugar: "El síndrome de burnout es un síndrome de desgaste físico y emocional que se produce por el exceso de trabajo y el estrés. Se caracteriza por una serie de síntomas, como fatiga, irritabilidad, dificultad para concentrarse, falta de motivación, sentimientos de fracaso y desvalorización.

El síndrome de burnout puede afectar a cualquier persona, pero es más común en personas que trabajan en profesiones que requieren un alto nivel de compromiso y atención, como la medicina, la enfermería, la educación y la atención social.

El síndrome de burnout puede tener un impacto negativo en la salud física y mental de las personas que lo padecen. Puede conducir a problemas de salud como la hipertensión, la obesidad, el insomnio, y la depresión. También puede afectar a las relaciones personales y la vida laboral".

La aplicación aún tiene problemas de gramática, quizás sea algo que con el tiempo vaya mejorando, no solo con Bard, sino también con ChatGPT, pude identificar esa limitación. Pero dejando de lado eso, la descripción del síndrome fue muy concreta y comprensible.

—A ti que te gusta el ciclismo —comentó después de escuchar por algunos minutos el resultado elaborado de forma artificial. —Me acordé de lo que me dijiste alguna vez, eso de que, si no administras tus fuerzas terminas “quemándote” en los primeros kilómetros y no logras llegar a la meta —concluyó.

Es verdad, alguna vez lo viví, en plena competencia salí disparado desde el punto de partida y ya para la mitad de la carrera me encontraba totalmente exhausto, viendo como el resto de los participantes me pasaban con la energía suficiente para llegar a la meta.

Ya frente a mi notebook, comencé a leer más sobre el síndrome de burnout. Se trata de una respuesta al estrés laboral crónico, caracterizado principalmente por la falta de energía y sentirse emocionalmente exhausto debido a la tensión laboral, evidenciado por la falta de emociones y una actitud indiferente hacia el entorno ocupacional.

En otra página web leí que el estudio de este fenómeno comenzó en la década de 1970, cuando el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberger lo utilizó para describir cierto tipo de estrés que observó entre los médicos y enfermeras, quienes parecían estar “quemados” o agotados por el estrés laboral crónico. Ya en 1974, Freudenberger acuñó el término “burnout” para describir este fenómeno y en 1981, junto con la psicóloga Christina Maslach, desarrolló el Maslach Burnout Inventory (MBI), el instrumento de medición más utilizado para evaluar el síndrome de burnout.

Se considera que el síndrome de burnout es el resultado de un desequilibrio prolongado entre la carga laboral y los recursos disponibles del trabajador, afectando tanto a su bienestar psicológico como físico. Las investigaciones señalan factores como las demandas laborales excesivas, poca autonomía, conflictos de rol, escasa recompensa y apoyo social limitado, como desencadenantes del burnout.

Cerré la pequeña computadora y conecté el cargador a la toma de energía. Mientras veía el parpadear del led indicador de la batería, me puse a pensar que todo necesita una recarga, que es imposible trabajar por horas sin tomar un descanso que nos permita liberar la tensión nerviosa, alimentarnos de manera consciente y si es posible realizar alguna actividad física que nos desprenda de aquella adrenalina acumulada.

Aprovecharé este fin de semana para descansar, leer, escribir y salir en mi bicicleta para regresar el siguiente martes con la energía recargada, totalmente predispuesto a continuar con mis responsabilidades con el mejor de los ánimos, para no “quemarme” durante la vertiginosa semana laboral.


miércoles, 14 de junio de 2023

El amor después del amor

El pasado fin de semana, con el ánimo de salir por algunos momentos de mi entorno, vi en Netflix la miniserie titulada: “El amor después del amor”. En ocho episodios de aproximadamente 30 minutos, se plasma en imágenes la vida del cantante argentino Fito Páez, recorriendo sus recuerdos desde su nacimiento hasta aquel icónico concierto en el estadio de Vélez Sarsfield en abril de 1993.

Fito Páez es un reconocido cantante, compositor y músico argentino que ha dejado una huella significativa en la industria musical de su país y en América Latina. Nació el 13 de marzo de 1963 en Rosario, Argentina.

Páez comenzó su carrera musical en la década de 1980 y se convirtió en uno de los representantes más destacados del movimiento de la música rock en español conocido como la "Nueva Ola". Su álbum debut, "Del 63", fue lanzado en 1984 y recibió una excelente acogida. Sin embargo, fue con su segundo LP, "Giros" (1985), que alcanzó la popularidad masiva y consolidó su posición en la escena musical.

A lo largo de su meteórica carrera, el cantautor exploró diferentes estilos musicales, fusionando el rock con el pop, el tango y el folclore argentino. Sus letras poéticas y emotivas fueron aclamadas por la crítica y su habilidad para componer melodías pegajosas ganaron el reconocimiento de numerosos fanáticos.

No soy un seguidor de Fito Páez, son escasas las canciones que me gustan de él, prefiero a otras agrupaciones o solistas de aquella época, que para mi, fue la mejor del rock argentino y latinoamericano.

¡Alerta de spoiler!

Algunos episodios me parecieron altamente dramáticos, es posible que el personaje de la miniserie haya vivido esas situaciones complicadas, pero llega uno a preguntarse, cuánta mala fortuna puede tener una persona. Ya muy cerca del final, me emocionó una escena donde el cantante comienza a componer la canción “Dale Alegría a mi corazón”, en medio de una calle vacía y a la mitad de la noche fría de invierno en Madrid. Fue ese el punto en el que aquel artista de fama mundial toca el fondo más oscuro de su vida, para que, con ayuda de su teclado electrónico inicie una nueva etapa, resultando en un giro plagado de éxitos y como muestra de aquello, logró colocar la esperanzadora canción en el puesto número uno de los ránquines de música en varios países de habla hispana.

En el momento que vi al autor de “El Amor después del Amor”, enfrentándose a la vida con su teclado Casio sobre las piernas, recordé la frase: “Un estómago hambriento, una cartera vacía y un corazón roto pueden enseñarte las mejores lecciones de vida”. Precisamente son en esos momentos cuando sentimos que el mundo se nos parte en miles de pedazos y vemos que todo se desploma a nuestro alrededor, pero también hallamos nuestra imbatible fortaleza junto con ese deseo de mostrarnos y demostrarnos a nosotros mismos de que no está vencido quien pelea, que mientras haya vida, hay esperanza, de que en la crisis encontraremos la oportunidad para superar la dificultad y superarnos como seres humanos. El límite lo imponen nuestros pensamientos y si ese límite es el cielo, ahí es donde llegaremos.

Me quedo con esa fantástica lección de crecimiento, de continuar luchando en la vida y por la vida, no solo para triunfar o alcanzar un éxito transitorio, sino en sentir la fe en uno mismo, confiado en que cada paso que damos nos acerca más a la meta infinita.

Hoy, Fito Páez continúa activo en la música y sigue cautivando a audiencias con su talento y creatividad. Su legado perdura como uno de los grandes referentes de la música argentina y su influencia se extiende más allá de las fronteras de su país.


Y dale alegría, alegría a mi corazón

Es lo único que te pido al menos hoy...


domingo, 28 de mayo de 2023

Apple IIe

No recuerdo exactamente el mes, quizás era julio o agosto de 1986. Mi papá regresó ese fin de semana de su viaje a los Estados Unidos y junto a sus maletas, traía una enorme caja blanca que llevaba la imagen de una manzana con los colores del arcoíris. Aún está presente en mi mente esa sensación mezcla de curiosidad, ansiedad y desesperación por ver a esa computadora funcionar.

Ni mi papá, menos yo, sabíamos cómo se conectaba esa computadora que tenía su propio televisor, un teclado integrado y un par de disqueteras de 5 ¼; es así que, llamamos al técnico de la empresa donde él trabajaba. A su llegada, el experto nos ayudó a juntar todas las partes que la componían y muy atento observé como conectaba los cables del televisor, los de las unidades de almacenamiento y la fuente de energía. En cuestión de minutos quedó lista.

Como si se tratara de un ritual, insertó el disquete en la delgada ranura y a continuación activó el CPU. De pronto, la habitación se llenó de ese ruido característico que hacen los motores encargados de rotar los discos con información y realizar así la lectura de las pistas magnéticas, las que rápidamente fueron transmitidas e interpretadas por la unidad de procesamiento central, para luego mostrarnos en la pantalla un mensaje de bienvenida al “Apple IIe”.

En las vacaciones de ese año, me inscribí a cursos de computación, compré un voluminoso libro de programación en Basic y me encerré por horas en frente de esa máquina. Fue la vacación más corta que tuve pero aprendí muchísimo. Mis compañeros del instituto eran universitarios a quienes les resolvía los problemas de computación, compartía los programas de cálculo y hasta mis propios juegos. Realmente fantástico.

A mis 14 años aprendí a programar, había conocido un nuevo pasatiempo que años después sería mi pasión. Leí muchísimos libros de computación, tuve largas horas de frustración cuando la máquina no hacía lo que le pedía, como también disfruté de logros que me hicieron brincar de la silla expresando mi alegría.

Hoy, volví a conectar esa vieja máquina y para sorpresa mía, aún los discos magnéticos almacenan la información necesaria para que su sistema operativo precario vuelva a arrancar, mostrándome 36 años más tarde, ese mismo mensaje que veía antes de perderme en horas de estudio y programación.

Agradezco a mis padres por proporcionarme las herramientas necesarias que me permitieron recorrer este apasionante mundo de la computación, convirtiéndome en espectador y protagonista del desarrollo tecnológico desde ese 1986 hasta estos días cuando la inteligencia artificial toma protagonismo. Soy muy afortunado de entender, comprender y pertenecer a este mundo cibernético de constante cambio y transformación, sin olvidar de dónde vengo y preservando mi historia.



jueves, 11 de mayo de 2023

FA2023

Recuerdo que mientras tomaba asiento, en la primera fila de uno de los auditorios del Hotel Fontainebleau de Miami, percibí como las luces se fueron desvaneciendo y aparecía en la enorme pantalla los números de un conteo descendente: 10, 9, 8 … 3, 2, 1. 
Con las primeras imágenes proyectadas reconocí que se trataba de un fragmento de la película: "2001: Odisea del espacio". Durante algunos instantes vimos a la nave espacial Discovery One, en la que la inteligencia artificial denominada HAL 9000, parecía tener una falla en su programación, lo que llevó a una lucha por la supervivencia de la tripulación.
Aquella icónica película estrenada el 2 de abril de 1968 fue conocida tanto por el uso de efectos especiales innovadores para la época, como por su diseño de producción y su banda sonora, especialmente la música clásica empleada, llegando a ser considerada una obra maestra del cine.
Casi 55 años después de aquella odisea del espacio, HAL 9000 habló nuevamente al público del Fintech Americas 2023. Fue con esa hollywoodense introducción al evento, que se me vino a la mente ChatGPT y toda la revolución que generó en Internet, convirtiéndose en el primer sistema informático en alcanzar los 100 millones de suscriptores en tan solo dos meses, desplazando totalmente a TikTok, Instagram o Whatsapp.
La inteligencia artificial es un tema de moda ya que, hoy es empleada desde la redacción de tareas escolares, en la programación asistida y hasta en un androide que responde a cualquier tipo de pregunta, inclusive con expresiones no verbales. Definitivamente este 2023 comenzó con la disrupción como verbo de acción principal.
La octava versión del Fintech Américas contó con la participación de diferentes panelistas y expositores, aunque me llamó la atención aquellos temas relacionados con la Inteligencia Artificial, los Blockchain y la Adaptabilidad. 
Mucho se habló ya de la Transformación Digital, que en algunos casos alcanzaron resultados significativos, pero en otros no tanto. Algunos lograron éxitos o victorias tempranas y otros, errores de los cuales aprendieron valiosas lecciones. Sin embargo, considero que el término de Transformación, de a poco, se irá quedando en el pasado y el requerimiento de una adaptación constante a este entorno cada vez más cambiante, caótico y acelerado, obligará a las instituciones financieras a plantearse retos desafiantes, los que deberán ser alcanzados con una agilidad que hasta ahora era imposible de imaginar. Precisamente de eso se trata la adaptabilidad ya que, hasta ahora la Transformación Digital, que se confundió con un objetivo al que todos debemos alcanzar por medio de grandes inversiones en herramientas informáticas, dio resultados escasamente alentadores.
Sirve de poco tener un plan de transformación cuando en esencia seguimos siendo los mismos, es imposible pensar en un cambio cuando lo único que cambió fue la apariencia y continuamos haciendo las mismas cosas, pero de forma diferente. De lo que verdaderamente se trata es de lograr la empatía con el cliente y no solamente conocer sus requerimientos, es necesario comprender lo que necesita y no únicamente entender sus demandas. Esta coyuntura nos obliga a pensar en sistemas que puedan y deban mantener su funcionamiento óptimo incluso en situaciones adversas, como ataques cibernéticos, errores de programación o problemas de hardware. La adaptabilidad busca esa capacidad para ajustarse y evolucionar en respuesta a cambios en el entorno o en las necesidades del usuario. Es así como, la resiliencia y adaptabilidad son características clave para garantizar la calidad y eficiencia de los sistemas empleados en un escenario tecnológico en constante evolución.
Finalmente, debemos estar conscientes de que no es necesario formar parte del equipo de tecnología para innovar, que no es un prerrequisito ser ingeniero para proponer técnicas efectivas. Es posible ser revolucionarios, disruptivos e innovadores desde nuestro lugar de trabajo, cumpliendo nuestras funciones, buscando la superación constante y la excelencia a partir de los instrumentos que se tienen al alcance, por lo tanto, el reto está planteado, hay que adaptarse para sobrevivir y no rendirse en el intento.


sábado, 15 de abril de 2023

Equipos e individualidades

No soy un fanático del fútbol, pero sí, lo disfruto viendo partidos de la liga local, los torneos internacionales y obviamente la copa mundial. Mi conocimiento sobre ese deporte es limitado, no paso de las reglas básicas y algo de la alineación estratégica que emplean. Sin embargo, hay aspectos que me llaman la atención y es el juego en equipo con una responsabilidad distribuida y limitada.

Es muy probable que dentro de ese seleccionado de 11 jugadores, existan quienes durante su trayectoria profesional no superen los 10 o 20 goles anotados, debido a su posición dentro del juego, lo que no les permite participar en las acciones ofensivas, aunque existen guardametas que tienen un significativo número de tantos en su registro, que son más una excepción que la regla.

Escuché varias veces opinar sobre equipos de fútbol que cuentan con una excelente ofensiva, pero están limitados en la defensiva o que el mediocampo es el que presenta falencias. Por otra parte, está la creencia de que contar con una mega estrella del fútbol es la garantía suficiente como para lograr el campeonato. Alguien me dijo: “… este año tenemos un excelente equipo pero, no tenemos individualidades”. Y fue precisamente esta frase la que me hizo pensar en el trabajo en equipo basado en individualidades.

Me apasiona el ciclismo y trato de practicarlo de forma frecuente. En este deporte el equipo, a diferencia del fútbol, está conformado por cinco o seis corredores, los cuales forman una línea y de esa manera se desplazan por los más de 200 km que puede requerir una competencia profesional.

Los corredores de ciclismo forman una fila para reducir la resistencia del viento y maximizar la velocidad. Cuando los corredores se alinean, el ciclista en la parte delantera corta el viento y crea una zona de baja presión detrás de él. Los ciclistas detrás de él pueden aprovechar esta zona de baja presión para reducir su propia resistencia al viento y seguir al líder con mayor facilidad. Esta técnica se conoce como “drafting” o “aspiración” y es una forma efectiva de ahorrar energía y aumentar la velocidad. De esta manera, los corredores pueden trabajar juntos para alcanzar y mantener una ventaja sobre los demás competidores. Esta alineación le permite al equipo administrar la energía de cada corredor ya que, quien tiene mayor esfuerzo es el primero en la fila, cambiando esta formación cada cierto tiempo, el primero va al final y el segundo comienza a jalar al grupo, lo que les permite también descansar, recargar energías y nuevamente liderar al equipo. Es muy interesante esa forma de trabajo porque, si bien existen las individualidades, aquellos corredores estrella que se encargarán de brillar en los últimos kilómetros de la competencia, es un trabajo integral con compromiso y sacrificio, llevando al extremo del agotamiento de todos sus integrantes.

Quienes trabajamos en equipo valoramos este tipo de formación, alineados a un objetivo, persiguiendo una misma meta, dando y dejando todo durante el camino ya que la victoria no será gracias a la destreza individual sino del equipo. No hay derrota, solo aprendizaje.

Es lindo pedalear, pero lo más lindo es pedalear en equipo, sintiendo la confianza de que llegarás lejos y disfrutarás del camino, consciente de que en algún momento tendrás que liderar y romper la resistencia del viento para que el resto siga tras una senda ganadora.