jueves, 20 de enero de 2022

El abierto de Australia

El pasado lunes por la noche, estuve paseando por la grilla de canales de televisión que ofrece la compañía proveedora del servicio y quedé atrapado con los encuentros correspondientes a la primera ronda del Australian Open.

El Abierto de Australia, de acuerdo a Wikipedia, es el primero de los cuatro torneos oficiales que forman parte del Gran Slam de tenis. El complejo deportivo de Melbourne Park, en la ciudad de Melbourne, es el epicentro de la competencia que se desarrolla durante el mes de enero.

Por los horarios en los que se transmiten los partidos es posible verlos, siempre y cuando no tengamos inconvenientes con una noche prolongada, ya que los canales de televisión, encargados de transmitir el evento, dedican más de ocho horas de trabajo ininterrumpido a la cita deportiva.

El año pasado, en plena pandemia, se aplicaron estrictas medidas de bioseguridad lo que se fue replicando en el resto de los torneos mundiales que lograron efectuarse en plena crisis sanitaria. Una de esas medidas establecía que los partidos sean jugados sin público, algo que obviamente le quitó el encanto. Supongo que no se debe sentir lo mismo jugar un gran torneo sin la presencia de los fanáticos, quizá sea como una obra de teatro sin espectadores.

Cuando tenía 12 años, recuerdo que para esas vacaciones de fin de año, mis papás me inscribieron al club de tenis de la ciudad. Fue tan repentino que no les dio el tiempo para que me compraran una raqueta y tuvimos que recurrir a uno de mis tíos, quien con mucho gusto me prestó la suya.

Esa mi primera raqueta era de madera, pesadísima y algo retorcida, lo que no me importó, me sentía muy entusiasmado por salir a jugar.

La cancha del club era de polvo de arcilla, no sé si todas las canchas de arcilla son así pero en aquella, se pulverizaban ladrillos con la ayuda de una pequeña aplanadora, supongo que tardaban varias horas para poder lograr convertir los pedazos de ladrillo en polvo y luego compactarlo para distribuirlo uniformemente sobre el terreno.

El entrenador era una persona algo tosca con quienes éramos benjamines en el deporte, en algún momento sentí que no quería a los nuevos alumnos, que prefería entrenar y practicar con los antiguos y más experimentados. En esa clase inicial, el parco entrenador tomó un marcador y trazó una línea que atravesaba mi mano derecha, cruzaba entre los dedos pulgar e índice, para terminar en el mango de la pesada raqueta de madera. La línea servía para señalar la posición que debería tener la raqueta al momento de sujetarla.

Terminadas las clases, podíamos jugar un partido entre nosotros y en aquellos encuentros preliminares no sabía como era el conteo de puntos, tampoco nadie me enseñó, solo escuchaba 15 - 0, 30 - 0, 40 - 0, ¡juego! Después de varios partidos perdidos entendí que seis juegos ganados hacen un set y dos o tres sets ganados hacen al vencedor del partido. Me preguntaba porque los puntos no se cuentan como: 15, 30, 45. Me parecía más lógico, pero no. Existen páginas en Internet que cuentan el origen del curioso sistema de puntuación.

Las clases eran por la mañana y me gustaba tanto el deporte que por las tardes volvía al club de tenis para continuar con la práctica. Por las tardes se podía encontrar alguna cancha vacía y si no había algún compañero con quien jugar, quedaba practicar contra el frontón, que no era nada más que una pared con líneas verticales y horizontales que servían de referencia para pegar a la pelota. Podía pasar horas practicando contra la pared.

Hace algunos años leí el libro titulado Open, de Andre Agassi, un extenista norteamericano quien llegó a ser número uno del ranking mundial de la ATP en 1999. Me acuerdo que vi algunos juegos de Andre, por aquellos años 80 y 90, contra su rival Pete Sampras, quien no era precisamente de mi agrado. También me acuerdo de la sin igual Monica Seles o la alemana Steffi Graf. Aunque en aquellos años el acceso a los servicios de TV cable eran limitados o escasos, debíamos esperar los resúmenes deportivos que ofrecían los programas de televisión abierta.

Estos días y mientras dure el Abierto de Australia podré disfrutar del mejor tenis mundial y ahora con mayor razón ya que no participará el serbio Novak Djokovic, quien por razones de incumplimiento a las normas de salubridad fue deportado de Australia.

Para este torneo no tengo un favorito, quizás por naturaleza humana apoyaré al jugador más débil, al peor posicionado en el ranking mundial, solo por ver una batalla deportiva sobre una cancha azul, donde los modernos David y Goliat se lanzarán pelotazos a más de 170 Kilómetros por hora.


sábado, 2 de enero de 2021

INTI PHAXSI

Dejé la mochila en la silla de mi habitación y busqué a mi mamá para saludarla después de una larga mañana de clases. Transcurría la primavera de 1989 y se aproximaban las vacaciones finales. Subí a la terraza y encontré a mi mamá con sus quehaceres que nunca le faltaban.

—Llamó tu tía y quiere que vayas a visitarla a la radio esta tarde. —Me dijo.

No podía creer que finalmente me hubiera llamado, durante varias semanas estuve intentando conocer la radio y finalmente había llegado la oportunidad de ingresar a una cabina de locución.

Terminé de almorzar y rápidamente me preparé para llegar puntual a la radioemisora donde mi tía era la propietaria. No recuerdo los detalles, solo me veo sentado a lado de mi tía con el micrófono cerca de los labios y ella diciéndome:

—Tranquilo hijito, solo invita a que escuchen la próxima canción.

Sentí un nerviosismo extremo, la voz no salía de la garganta, el calor me invadió el cuerpo y seguramente dije algo parecido a una presentación.

Mi tía sintió aquel intenso nerviosismo y creyó que no estaba preparado para hablarle a su amplia audiencia y esa tarde prefirió que vaya a ordenar los discos y las cintas almacenadas en la discoteca. 

Regresé a la radio un par de veces más para colaborar con los discos de vinilo en el tornamesas o cambiar las cintas enormes que contenían la publicidad. Al año siguiente empaqué mis cosas y dejé la ciudad para continuar con mis estudios universitarios. Nunca más volví a una cabina de radio.

Con el paso de los años mi gusto por la radio no cambió, la llegada de los teléfonos celulares conectados a Internet abrió una nueva posibilidad, la de escuchar radioemisoras no solo locales sino también internacionales.

Una de las aplicaciones que frecuentemente uso es TuneIn y creo que es la que más radioemisoras concentra en su plataforma. Con esta app, puedo escuchar programas emitidos desde Argentina, España, el Reino Unido o de otro país. Mientras viajo en el teleférico escucho música en el Spotify o algún programa de actualidad en la “radio” del celular.

En los últimos años las plataformas de streaming comenzaron a capturar más visitantes a través de programas grabados, aquellos denominados podcast. Recuerdo que ese término lo escuché por primera vez cuando presentaron un nuevo servicio, uno para los iPods. En un pequeño iPod se podía almacenar una cantidad de canciones bajo un formato establecido por la marca de la manzana, pero vieron que también podían portar grabaciones, es así que difundieron este nuevo género, los programas de radio para iPod, de ahí el término podcast.

Con la declaración de la emergencia sanitaria en todo el mundo, muchos comenzamos a explorar nuevas actividades, en mi caso fue dedicarle un tiempo adicional a la lectura, a la escritura y porque no, a la radio aunque no en su versión pura sino más bien en este nuevo formato.

Investigué en la red acerca de recomendaciones para grabar un “buen” podcast. El micrófono capacitivo, la tarjeta de sonido, la consola de audio, un conjunto de equipos y software eran necesarios. Realicé algunas pruebas, aprendí a editar y mezclar pistas en el Audacity, uno de los programas más utilizados para este rubro, pero consumía mucho tiempo la grabación, edición y difusión de un programa.

Estuve tentado a comprar una consola de audio, una pequeña, con la que pueda grabar a dos personas conversando sobre algún tema en particular y nuevamente las complicaciones acerca de la salida de la consola que debía ser digital y no analógica, que el micrófono debía tener un conector tipo cannon y no jack de 3.5.

Una noche mientras me preguntaba si no existiría una aplicación para el celular que me permita grabar una conversación y que esta pueda ser editada en el mismo equipo para luego ser distribuida a las plataformas de streaming. Encontré Anchor.fm.

Anchor es una aplicación de Spotify cumple con todo lo que se requiere y necesita para incursionar en este mundo del podcast. Con Anchor se puede grabar una conversación entre varias personas, claro está que todas ellas deben tener instalada la app en sus celulares (disponible para iOS y Android). Una vez concluida la grabación es posible agregar música de fondo y la misma aplicación tiene disponible una larga lista para su uso. Finalmente, permite la difusión en diversas plataformas especializadas. Anchor es simplemente espectacular.

Es así como surgió “Inti Phaxsi”, un conversatorio semanal sobre temas de actualidad y relevancia basados en libros y series de TV. Definitivamente, la radio me apasiona y este nuevo formato me encanta, espero que lo disfruten escucharlo, tanto como nosotros lo disfrutamos al momento de grabarlo.



jueves, 26 de noviembre de 2020

AD10S

Acababa de terminar el campeonato del mundo de 1986 y la selección argentina de fútbol se había consagrado como la mejor del planeta.

—Lanzala aquí… —le dije a mi hermano, mientras con la mano marcaba el lugar donde quería que caiga el balón.

Tenía la idea de reproducir el gol que Diego Armando Maradona Franco había anotado a los italianos en uno de los primeros partidos del mundial del 86. Ese tanto fue la culminación de una jugada sin igual. Cierro los ojos y aún veo en el televisor al Diego acariciando la Azteca con su pierna izquierda extendida mientras se mantiene suspendido en el aire por unos segundos que parecen la eternidad.

Aquel gol seguramente se encuentra dentro los favoritos del astro mundial, por como se desprendió de su marcador, por como pegó a ese balón, por como lo celebró la hinchada. Fue increíble como logró colocar la pelota lejos del portero rival y anotó el empate con la complicidad del segundo palo. La “caprichosa” pasó entre el defensor y el arquero, golpeó en el poste y a celebrar.

Presiono el botón de play del reproductor de YouTube y puedo ver otra vez ese momento, mientras recuerdo que en el 86 todos queríamos jugar como Maradona, era un imposible. En el vídeo el relator deportivo grita el gol, la tribuna grita el gol y el 10 se aleja del abatido arco corriendo con la felicidad impregnada en la camiseta, salta un cartel como si se tratara de un conito, uno de esos que usan en los entrenamientos, fantástico. 

El partido contra Italia, en México, fue uno de los más importantes para el Pelusa y cuatro años después, en el mundial del 90, se volvería a enfrentar a la selección italiana, en Nápoles, pero esa es otra linda historia para contar. 

—Dale… ¡lanzá!

Me suspendo unos centímetros y en mi mente recorre cuadro por cuadro la película de aquel gol histórico del d10s argentino.

—¡Gooooooool!



lunes, 21 de septiembre de 2020

21 de Septiembre

 Lo admito, soy un tipo despistado. No recuerdo el nombre de las personas, no llevo el registro de las fechas importantes y tampoco envío flores el día de su cumpleaños. Cuántas veces pasé un momento incómodo al tratar de recordar dónde conocí a esa persona que me saludo en la calle. Lo siento.

Mis redes sociales se llenaron, por la mañana, con saludos por el día de la primavera, la amistad y el amor pero hoy también se celebra el día del médico boliviano. Este año en particular deseo manifestar mi reconocimiento y gratitud a todos los médicos que durante los meses de cuarentena estuvieron arriesgando sus vidas por nosotros. Creo, sin temor a equivocarme, que aquellos quienes pusimos nuestra esperanza en las manos de estos profesionales sentimos su enorme compromiso con el prójimo.

Fui testigo del sacrificio que significa concluir una carrera tan larga y exigente como es la de medicina ya que, son varias las etapas que se imponen entre el inicio y la conclusión, son largos años de especialidad y subespecialidad médica. Recuerdo cuando mi hermano comenzó su carrera, tenía y aun tiene los estantes repletos de libros enormes que debía leerlos obligándose a pasar noches eternas estudiando para sus pruebas, estuvo largas horas en los turnos de hospital, noches sin dormir y días sin descansar todo con la esperanza de alcanzar su objetivo, salvar vidas. 

Como en todo, están los buenos y los no tan buenos, sin embargo, esta vez tuve la fortuna de cruzarme con profesionales espectaculares, el Dr. Soto del Hospital Arcoíris fue quien salvó la vida de mi madre, el Dr. Victor López, un extraordinario ser humano que estuvo todo el tiempo pendiente de su evolución, el Dr. Luis Camacho fue quien atendió a mi padre durante el contagio del coronavirus y otras gentiles doctoras, enfermeras o guardias que en su momento nos mostraron el camino que debíamos seguir hasta lograr lo que hoy puedo disfrutar: la compañía de mis padres. Dios permita que sea por algunos años más. 

Reconozco que es difícil ser paciente cuando sientes que la vida se va, pero estos profesionales supieron transmitirme la confianza necesaria para entender que se hacía todo lo posible para evitar un triste desenlace. No tengo palabras para describir lo que sentí en esos momentos.

Hoy no es un 21 de septiembre más, es un día de homenaje a esas personas que dedican su vida a una noble profesión. Mi agradecimiento eterno a todos aquellos médicos que sacrifican sus fines de semana en una guardia pense a las limitaciones técnicas y de infraestructura están ahí, dispuestos a dedicar su vida para que continuemos con la nuestra. 

Gracias por permitirnos permanecer y seguir disfrutando de este mundo unos días más.

¡Feliz día del médico boliviano!

miércoles, 26 de agosto de 2020

Mis temores

 “Este año estoy viviendo todos mis temores.
 Lo bueno de esto es que, dejarán de ser temores”.

RM

Todos comenzamos este 2020 con abrazos, besos y buenos deseos. Aunque atravesaba una crisis emocional, decidí que este año sería diferente, que traería prosperidad y salud.

No vale la pena recordar los primeros brotes del coronavirus, la cuarentena estricta (cuarentena flexible, encapsulamiento y otras gamas de distanciamiento social) o las curvas de contagio. Para mí, todo comenzó durante los últimos días de junio.

Desde el mes de enero hasta casi terminar junio viví en la casa de mis papás, agradezco a Dios por esos días que estuve con ellos. El último viernes del sexto mes concreté mi mudanza a este departamento que hoy habito. Esa mañana cuando mis padres me acompañaron con mis maletas, sentí una tristeza al despedirnos, creí que era por los meses que habíamos convivido. Quedé con mi madre en vernos el lunes, que iría por su casa y almorzaríamos juntos. Hasta el día de hoy, no es posible que podamos cumplir esa promesa.

Ese domingo, escribí un mensaje en la cuenta de Whatsapp de mi mamá: “Mañana dejaré el auto en la casa, después del trabajo pasaré a visitarte”. No me respondió. Al cabo de un par de horas recibí un mensaje de mi hermano: “Llamé al celular de la mamá y no me responde, ¿sabes dónde está?”. Eran las 21:30 y mis papás no podrían haber salido de la casa, llamé al celular de mi padre, no obtuve respuesta. Llamé al celular de mi madre, tampoco obtuve respuesta. Comenzó la preocupación que hasta hoy, no termina.

Cerca de las 10 de la noche mi otro hermano me escribió un mensaje: “La mamá está en emergencias”. Se me congeló el alma.

Fui a Emergencias en mi automóvil, no cuento con la autorización para la circulación vehicular en fines de semana pero no me importó, llegué al hospital en unos cuantos minutos, busqué a mi padre quien estaba sentado esperando, mi madre había sido evaluada y creían que tenía una distensión abdominal, le aplicaron enemas pero ella se quejaba por el dolor que le causaban. Nunca había escuchado unos quejidos tan desesperados, suplicaba por que le calmaran el dolor en la zona de la espalda.

Al ver que no superaba la crisis, decidieron tomar una placa radiográfica y comenzaron a manejar otro diagnóstico: Posible presencia de cálculos en las vías urinarias. O algo así entendí. Llamaron a mi padre para que firme la autorización de internación.

Con muchísima preocupación acompañamos a mi madre hasta el piso 8 del hospital, lugar donde le asignaron una habitación, se quedaría hasta que supere el malestar. Dos meses después, continúa en el piso que le asignaron aquella primera vez.

El lunes después del trabajo fui a visitarla, la vi con un mejor semblante, hablamos un poco, aún le dolía la espalda pero pude percibir que su estómago estaba muy hinchado, le pregunté si había comido algo y me dijo que no. Pensábamos que el hinchazón se debía a una intoxicación gástrica (no conozco los términos técnicos o apropiados), le suministraron otras dos enemas durante el día y nos dijeron que para el miércoles estaría ya de vuelta en casa, no fue así.

El martes desperté inquieto, no lograba concentrarme en lo que hacía, para las 10 de la mañana me llamó mi padre indicando que había recibido una llamada del hospital donde le indicaron que mi madre había tenido una recaída y se encontraba muy delicada, que el doctor a cargo quería hablar con él. Rápidamente salí del departamento y fui hasta el hospital.

Mientras conducía me puse en contacto con un par de médicos quienes al conocer la noticia se movilizaron y lograron acceder al diagnóstico: Aneurisma abdominal de aorta.

Desde el día domingo mi madre estaba perdiendo sangre, cada minuto que pasaba la sangre se le fue acumulando en la región baja de la espalda; el dolor que causa este aneurisma es uno de los peores que puede experimentar una persona. 

Por cerca de cuatro días el doctor a cargo solo le suministró Morfina, cada 8 horas. Vi como ingresaba la enfermera portando una jeringa con el fármaco, luego fueron dos jeringas. El contar todo lo que tuve que hacer para que mi madre logre ingresar a un quirófano y pueda recibir una prótesis me llevaría decenas de hojas. Gracias a Dios logramos que la operaran. 

Durante las ocho semanas después de esa operación mi madre pasó de terapia intensiva a terapia intermedia, le contagiaron COVID-19 en el mismo hospital, ahora se encuentra en una habitación a la espera de que un proceso administrativo concluya y puedan realizar una punción para extraerle un coágulo de sangre que tiene alojado cerca del riñón.

Hace 14 días mi padre fue diagnosticado con COVID-19. Él padece de diabetes mellitus tipo 2 e hipertensión arterial. Por medio de una prueba rápida pudimos identificar el cuadro viral, inmediatamente lo llevamos al hospital donde confirmaron la prueba casera, le tomaron una placa del pulmón y descartaron algún daño inicial. Contratamos a una doctora quien por vídeo conferencia realizó el seguimiento diario a través del reporte de las medidas del nivel de saturación de oxígeno, frecuencia cardíaca, presión y glucosa. Fue una semana horrible.

Mi padre aún continúa aislado, este viernes se le practicará una nueva prueba para verificar la presencia de anticuerpos. A mi madre no pudimos verla por casi quince días, gracias a la intervención Divina, un lunes por la tarde pude ingresar al hospital, fue enorme su alegría al verme. Sentí que mi corazón se paralizaba al oír su débil voz.

Son más de 60 días que despierto por las noches y no logro dormir, son 10 semanas que mantengo un nudo en el estómago, hay instantes en los que me cuesta mucho pensar pero debo seguir adelante. Quizá por ser el primogénito, mi familia decidió que debo hacerme cargo de esta situación, ahora todo lo que hago es pensando en su bienestar.

Desde que tengo uso de razón le temí a los hospitales, le temí a la muerte, le temí a la pérdida de mis padres. Hoy esos temores dejaron de serlo porque dormí en la sala de un hospital, porque vi a la muerte y sentí su fría mano. Sé que no estoy solo, nunca lo estuve. 

Aún nos queda un camino por recorrer pero tengo Fe que con la bendición de Dios mi madre volverá a casa para gozar de la compañía de mi padre y sus hijos.

Así sea. 

Gracias a mis amigos quienes donaron sangre para mi madre, gracias a mis hermanos médicos quienes estuvieron brindándome su asesoramiento y hasta consuelo, gracias a todos por sus llamadas y sus mensajes de apoyo.

Gracias, gracias… gracias.

sábado, 30 de mayo de 2020

SpaceX Dragon

El 12 de septiembre de 1962, el entonces presidente John F. Kennedy anunciaba en la Universidad de Rice su intención de que EE.UU. lograra llegar a la Luna antes de que terminara la década. En una parte de su histórico discurso dijo:
Elegimos ir a la Luna. Elegimos ir a la Luna en esta década, y también afrontar los otros desafíos, no porque sean fáciles, sino porque son difíciles, porque esta meta servirá para organizar y medir lo mejor de nuestras energías y aptitudes, porque es un desafío que estamos dispuestos a aceptar, que no estamos dispuestos a posponer, y que tenemos toda la intención de ganar, también a los demás.
Lo consiguieron en julio de 1969, hace ahora más de cincuenta años, aunque él no pudo llegar a verlo ya que murió asesinado en noviembre de 1963.
No fui testigo del -Este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la Humanidad-, ya que ese 20 de Julio de 1969 aún yo no existía. Sin embargo, recuerdo la tarde de colegio, cuando leímos sobre el programa Apolo de la NASA y de aquellas sondas no tripuladas que estaban vagando por el espacio, me pareció algo fantástico. 
Nunca tuve un telescopio, hubiera servido de poco ya que mi casa estaba incrustada en medio de la ciudad y sus luces me impedían ver un cielo estrellado pero recuerdo que, en un viaje detuve mi automóvil a un lado de la carretera, saqué mi cámara Nikon y tome una fotografía de una inmensa luna llena, también recuerdo aquella noche en medio del Salar de Uyuni y eran las 2 de la mañana cuando salí del refugio, me tiré en el piso y pude ver las estrellas infinitas tal como lo había hecho a mis 12 años, cuando pasamos la noche acampando fuera de la ciudad y decidimos sacar de la carpa las bolsas de dormir y recostarnos para ver las estrellas fugaces e  identificar a los satélites de órbita baja que según nuestros cálculos tardaban 30 minutos en dar una vuelta al planeta.
Vi por televisión la explosión del Challenger, como parte de las noticias que eran retransmitidas a todo el mundo, fue horrible. Vi por Internet cuando la sonda espacial Odyssey descendió sobre suelo marciano, seguí a través de los portales digitales las fotografías de la Mars PathFinder y sentí gran tristeza cuando los responsables de la NASA, el 13 de febrero del 2019, anunciaron que la misión del Opportunity había concluido a 15 años de su inicio. El último tuit transmitido por el robot indicaba: "My battery is low and it's getting dark" (Mi batería está baja y está oscureciendo).
Hoy, nuevamente pusimos los ojos en el cielo, quizás con más esperanza que nunca porque toda la humanidad se encuentra sumergida en una pandemia sin precedentes, cuando nuestras prioridades se volcaron hacia la supervivencia y tal vez esta misión sea ese pequeño paso para el hombre dentro del camino del conocimiento que nos permitirá alcanzar nuevos mundos.
Copérnico, Galilei, Newton, Einstein, Hawking y otros científicos fueron, son y serán quienes nos demuestren con sus obras que no existen límites para el conocimiento humano y fue precisamente Newton quien con una inmensa humildad dijo: “Si he visto más lejos es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes”.
Larga vida a la humanidad y paz a los hombres de buena voluntad. 

jueves, 30 de abril de 2020

Mis AKG

El martes por la tarde, después de realizar la transferencia bancaria, envié por WhatsApp los comprobantes que requerían para confirmar la compra de unos audífonos AKG ANC Type-C para mi Samsung S10. NextLevel ofrece una gran variedad de equipos Samsung y generalmente es ahí donde compro los accesorios para mi celular. Durante esta cuarentena, habilitaron la entrega gratuita a domicilio para cada compra que se realice a través de su tienda virtual. 
Ayer, un día antes de lo programado, dos muchachos en un vehículo de NextLevel se apersonaron por mi domicilio con los audífonos AKG, fueron muy gentiles en entregarme el accesorio, me pidieron tomar una fotografía como constancia, de agrado accedí. Con mucho entusiasmo saqué aquellos audífonos cableados, que de acuerdo con la descripción de la página web, tienen un increíble rendimiento de cancelación de ruido. Tengo un serio problema con los audífonos Bluetooth, la batería siempre se les agota en el mejor momento. Conecté los AKG al puerto USB tipo C del S10, me puse los cómodos auriculares a los oídos y de pronto escuché un click en el canal derecho, pensé que sería parte del protocolo de reconocimiento del nuevo dispositivo, no le presté atención, abrí el Spotify, presioné la fecha (play) y en segundos escuché la canción que estaba en el caché del celular, deslicé el dedo por la pantalla, de derecha a izquierda, para pedir por la próxima canción y fue en ese momento (mientras el programa realizaba la descarga del archivo musical) cuando escuché un horrible ruido estático el que se incrementó hasta sentir como si tuviera un molesto cotonete en el oído derecho. Pensé que sería un error de software y realicé lo clásico, aquello que te recomiendan los del soporte técnico, reinicie el equipo móvil. Después de unos segundos, con el celular nuevamente activo, volví a conectar los AKG y otra vez escuché el click, busqué el Spotify, presioné play, escuché la música y presione pausa para forzar el silencio, fue ahí donde nuevamente se presentó pero con más intensidad ese incómodo ruido estático, me sentí desilusionado. Escribí, por Whatsapp, a la cuenta de Nextlevel y me indicaron que llame a un número 800 de soporte técnico, llamé pero nadie atendió. Me comuniqué, por Facebook, con los responsables de Samsung para la región, me enviaron un procedimiento que seguí a cabalidad; ingrese en el modo a prueba de fallos, active la depuración USB, habilité una opción y retiré otra, reinicie el celular, conecté y desconecté los AKG, cumplí con atención y responsabilidad cada uno de los pasos que me indicaron pero nada, el auricular derecho seguía con el ruido estático.
Hoy, casi resignado llamé al teléfono celular de aquellos muchachos gentiles que ayer trajeron los AKG, les explique lo que me había pasado, me pidieron unos minutos ya que la garantía del producto cubría un mal funcionamiento, sentí algo de alivio, encontrarían una solución al problema. No transcurrió ni una hora y se hicieron presentes en mi domicilio, les entregue los defectuosos AKG, realizaron un par de pruebas y al final comprobaron el ruido incómodo del auricular derecho. Lo reportaron por teléfono y recibieron la autorización para cambiarlos por otro. Les pedí sacarlos de la caja y conectarlos a mi S10. Al realizar la prueba inicial, salté de alegría, ese ruido estático ya no estaba, el sonido era espectacular tal como describía su página web.
Entiendo que, por estos días, es muy complicado trasladarse de un lugar a otro pero los de NextLevel fueron muy atentos al no solo encontrar una solución sino por traerlo nuevamente a mi casa ya que, resulta para otros proveedores, tomar el camino más cómodo que es el decirle al cliente que llame al teléfono de soporte técnico, que vaya a la tienda para una evaluación del problema o que espere a la finalización de la cuarentena para encontrar una solución. El personal de NextLevel - La Paz resultó muy empático y dieron una práctica y pronta solución al problema de los AKG. Con esa actitud y la atención recibida lograron fidelizar a este cliente. 
Muchas gracias.