lunes, 23 de septiembre de 2019

Soda Stereo

El viernes, mientras terminaba de leer un libro en la Kindle, saltó la sugerencia de Amazon para un próximo libro. Era uno con la biografía de Gustavo Cerati. Con dudas comencé a leer un fragmento y me pareció interesante. Hace algunos años leí una biografía titulada "Cerati en primera persona" y pensé que se trataba del mismo libro, pero no, era de otro autor.
  • ¿Vamos al concierto de Soda?
  • Hmmm. No lo sé.
Terminaba el primer mes de mi estadía en la ciudad argentina de Córdoba y mientras caminábamos por la peatonal, me llamó la atención un cartel que anunciaba el concierto de Soda Stereo. Era febrero de 1990 y la banda daba inicio a una gira promocional de su disco más reciente, Canción Animal.

Durante los 80, el rock latino estaba de subida, grupos como Virus, Los Abuelos de la Nada y Soda Stereo, entre algunos, eran como un efervescente que escalaba rápidamente a los primeros lugares de las listas musicales en las principales radios de la ciudad. Al ver ese cartel sentí la curiosidad por escuchar a uno de los grupos del momento pero, el desánimo de a mi amigo fue contagioso, junto con sus preocupaciones sobre los rumores acerca del consumo de drogas y alcohol. No fuimos al concierto y ese fin de semana, nos dedicamos a cumplir con las tareas universitarias.
  • Señor, por favor, puede poner este CD.
  • Claro que si, en seguida.
El mozo se llevó el disco compacto que tenía una carátula color naranja, era "El Último Concierto A" de Soda Stereo. Terminaba 1997 y ese diciembre, nos encontrábamos con un grupo de amigos, en un bar de la ciudad de La Paz. Habían pasado un par de años después de dejar la universidad y esa noche, mi amigo Julio, sacó de una bolsa de plástico el disco compacto, que lo portaba como una joya. A los pocos minutos se escuchó, en los parlantes del lugar, los acordes de "En la Ciudad de la Furia". Era extraordinario volver a disfrutar de las canciones de Soda Stereo junto a mis amigos del colegio y otros de la universidad.

En octubre de 2007, mientras guardaba el coche en el garage, escuché en la radio una noticia que indicaba el regreso de la banda argentina, con una gira que atravesaría el continente, pero no tocaría Bolivia. Hoy, me reprocho sobre mi poca decisión de poder asistir a un concierto en Santiago, Lima o Buenos Aires para ver a ese grupo musical en la que resultaría su última gira.
  • ¿Qué canción quieres escuchar ahora?
  • Esa, De Música Ligera.
  • ¡Tan, tan, taran tantan...!
Presionamos el botón de Play en el track número 9 del CD2 "Me Verás volver" y mi hijo Matías, acompañó a la voz de Cerati, mientras recorríamos la carretera entre Santa Cruz y Cochabamba, cerrando nuestras vacaciones de 2007.

Las 25 hojas, que Amazon te envía como adelanto de un libro, fueron suficientes para que proceda con la compra y posterior descarga. Con los audífonos puestos, seleccioné en Spotify la discografía de Soda Stereo y me sumergí, una vez más, en la lectura, que desde ya es cautivadora, con un lenguaje técnico, pero simple. "Cerati: La biografía definitiva", describe cada una de las etapas de, para mi, la mejor banda de rock latino que existió hasta ahora, continuando con el recorrido de Gustavo Cerati, como solista.

Esa noche, me quedé leyendo hasta las dos de la mañana, el sábado continué con la lectura y ayer domingo llegué al 80% del libro. Se que no tengo una lectura rápida, pero fue más lenta quizás por los recuerdos que evocaba la narrativa o por las pausas que me regalaba solo para disfrutar de esos momentos inolvidables.
  • Papá, te cuento una mala.
  • ¿Qué pasó?
  • Escuché en las noticias que Cerati murió.
Nos quedamos en silencio. Durante varios meses habíamos seguido las noticias sobre el vocalista de Soda Stereo, quien en 2010 sufrió un ACV después de un concierto en Caracas. El 4 de septiembre de 2014, Cerati partía de este mundo. Fue un día triste, para ambos, para muchos, para todos.

Al terminar de leer ese libro, que me atrapó durante el fin de semana, me transporto a esos instantes increíbles de mi vida, recuerdo todas esas canciones de Soda Stereo que me acompañaron en el desarrollo de estos últimos 30 años. Fue un fantástico viaje en el tiempo.  

Antes del punto final, escucho en los audífonos el sonido de la guitarra de Cerati que, me abruma, me ilusiona y a la vez, me inunda con una nostalgia infinita.

Lisa tiene un amor de ultramar
Brilla en la oscuridad.


miércoles, 18 de septiembre de 2019

Mi Nube


El formatear mi computadora no era una tarea frecuente, quizás cada vez que Microsoft publicaba una nueva versión de su sistema operativo. Esa tarea era realmente aburrida, ya que siempre faltaba algo o no funcionaba como antes y encontrar la solución demandaba horas extra de trabajo. Recuerdo que me tomaba, aproximadamente, dos semanas el reinstalar mi computadora. Sacar las copias de seguridad, generar la lista de controladores, recopilar los instaladores de los programas que utilizaba con frecuencia y un tanto de otras operaciones intermedias, sólo para garantizar la integridad de los archivos, que los programas funcionarán correctamente o que, la impresora reconocerá a la computadora. A principios de este año, decidí renovar mi portátil, aunque no tenía problemas con la Lenovo que utilizaba, opté por una alternativa más ligera, una laptop que tenga prestaciones de última generación y sobre todo, que sea liviana. Con un par de visitas a los centros comerciales, encontré una DELL que cumplía con mis expectativas. Esa noche, apenas saque, la nueva máquina de la caja, le instale el Ubuntu Bionic Beaver, pero nuevamente la tortura, instalar el WPS (una alternativa al Office de Microsoft), el MasterPDF, el VLC, el Dropbox y una lista larga de aplicaciones, mis dos semanas de trabajo habían iniciado. Al concluir la larga y penosa instalación, comencé a generar más documentos, los cuales estaban siendo sincronizados en mi carpeta de Dropbox, algo que me pareció fantástico, ya que todo se almacena en sus servidores y no tienes que estar portando archivos en las unidades USB o discos compactos, que son muy caprichosos al momento de funcionar. En el trabajo, desde el año 2017, mi Unidad es considerada una Zona Libre de Windows. Migramos de Windows a Ubuntu, después de una amplia evaluación a las distribuciones del sistema operativo del pingüino. Ubuntu, ofrece una compatibilidad completa con el hardware, su interfaz resulta muy amigable y sobre todo estabilidad en el procesamiento de la información. Lamentablemente WPS no es 100% compatible con la información que recibo, surgiendo la necesidad de volver a Windows, por lo menos en mi laptop. La noche se hizo otra vez, crear copias de seguridad, formatear, instalar el Windows 10, un aburrimiento completo. Hace algunas semanas atrás, mi hijo comenzó a hablarme de la ofimática que ofrece Google, él usa la herramienta frecuentemente en sus trabajos escolares y que junto con sus 15 GB de almacenamiento libre ofrece una oportunidad interesante para el trabajo colaborativo y remoto. Esa conversación me generó una gran curiosidad, así que comencé a probar con el navegador, primero realicé una limpieza a mi cuenta de Gmail y luego ordené el Google Drive. Tremenda fue mi sorpresa sobre el nivel desarrollo que había alcanzado esa alternativa. Había escuchado de los equipos tipos Chromebook, mi hijo tiene un equipo de esos, con un sistema operativo básico (como el del teléfono celular) una pantalla, un teclado y el touchpad, tampoco requiere más, el resto está en la nube. Trabajar con Windows me pone de mal humor, no sé porque, pero no lo puedo tolerar, serán por esas actualizaciones frecuentes que realiza, por el consumo descontrolado de recursos, por su desorden en el acceso a la unidad de almacenamiento o cuando más lo necesitas, no responde. No sé porque pero, me cambia el día trabajar con Microsoft, me cambia para mal. Después de un par de semanas de jugar con las herramientas de Google y su alternativa de ofimática, decidí migrar mi documentación al GDrive, formatear mi computadora, pero esta vez, solo requeriría instalar un navegador. Descargue e instale el Ubuntu 18.04 en su versión para escritorio, tipo mínimo y nada más. Adiós a las copias de seguridad en las unidades USB, nada de instaladores. Había sincronizado mis carpetas con el GDrive, mis fotografías con el Photos, mi música en el Spotify y mis códigos al GitHub. Habrá quienes dirán que la privacidad, que la confidencialidad, que la seguridad y otras cosas, pero nadie está exento de un acceso no autorizado a nuestra computadora local. El único contra, que hasta el momento identifique, es cuando no tengo acceso a Internet, en ese caso, mi información se torna inalcanzable, pero mientras exista una conexión al servicio, todo fluirá. Hoy trabajo con Linux, en la nube, aunque continúo malhumorado, pero esta vez no es por el sistema operativo, sino por el clima paceño que es tan inestable, tan impredecible en esta época del año y que no me deja salir a pedalear los fines de semana. Por lo demás, estoy muy contento.

Este documento fue redactado en el Google Docs, obviamente.